Segundo estudio sobre las conversaciones de Jesús en los evangelios.
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El poder del Evangelio (Ro. 1:16-17)
Después de presentarse a sí mismo y a su evangelio (Ro. 1:1-7) y de exponer cuales eran las intenciones de su carta y su esperado viaje a Roma (Ro. 1:8-15) Pablo va a exponer ahora lo maravilloso del evangelio que predica, su poder.
Es sin duda el texto central de la carta la cual da pie a la razón de ser del ministerio de Pablo, el interés de la visita y el objeto de la carta. Pablo no sólo expone el que es poderoso el evangelio sino en que le afecta eso a él como siervo escogido y apartado para esta tarea.
Con estos dos versículos Pablo intentará responder a una pregunta, ¿porqué es tan importante predicar este evangelio? la respuesta es clara “es poder de Dios para salvación” (v. 16). Esta es la importancia del evangelio puede salvar al pecador. A aquella personas que están como el propio Pablo va a decir en el capítulo 3 (3:23) está destituidas de la gloria de Dios, no pueden alcanzar la gloria.
En Gn 3:24 “Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida” Dios apartó al ser humano del lugar que él había creado de donde se manifestaba su presencia. Nada puede devolver la comunión personal e íntima que el ser humano y Dios tenían en Edén, excepto el evangelio. El evangelio tiene poder para romper todas estas barreras y reconciliar al ser humano con Dios.
Pablo expresa varias ideas en estos dos versículos.
- No tiene de que avergonzarse por vivir y predicar el evangelio (v.16): puede parecer una obviedad que Pablo no se avergüence del evangelio, pero la verdad es que para todas aquellas personas que son convencidas por el Espíritu Santo el evangelio es al totalmente absurdo Pablo lo dice en 1 Co. 1:18 “Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios.” pensar en que hay un Dios que creo cielos y tierra con el poder de su palabra y que creo al ser humano el cual pecó y está condenado a la muerte y para evitarlo Dios envía a su único hijo a morir y llevar el pago del pecado para que todos los que confíen en el sean salvos es un absurdo muy grande para los que no lo creen. Esto les lleva a menospreciar a los que sí creen y estos pueden avergonzarse de creer en ello.
«Nada puede devolver la comunión personal e íntima entre Dios y el hombre excepto el evangelio»
- El evangelio es poder de Dios para salvación (v. 16): Este evangelio que Pablo ya ha enunciado (v. 2-6) tiene poder para salvar las vida de las personas que están condenadas por su pecado a una muerte eterna. El poder que tiene se lo ha conferido el autor del evangelio, el Padre. Jn. 3:16 Dice que es Dios Padre quien ama al mundo hasta el punto de entregar a Dios Hijo en propiciación por nuestros pecados para que podamos ser salvos. Sólo el evangelio tiene este poder para cambiar la vida de las personas que lo aceptan. Hc. 4:12 lo deja claro, sólo los que creen en Cristo son salvos
- Este poder sólo se manifiesta a través de la fe (v. 17): El evangelio es ofertado a todo el mundo el propio Pablo lo dice un poco más adelante “al judío primeramente, y también al griego” pero no todo el mundo recibe el resultado de ese poder, de la misma forma que sólo los que toman una medicina reciben el beneficio que esta aporta sólo los que tienen fe en la sangre de Cristo pueden recibir esta salvación. La fe es la confianza en la promesa de Dios de que de la misma forma que libró de la muerte a Cristo también lo hará con nosotros.
- El evangelio es para toda la humanidad (v. 17): En primer lugar Dios dio su palabra a los judíos que fueron los que recibieron el A.T. “al judío primeramente” pero ahora el evangelio se hacer extensible a todo el mundo “pero también al griego”. El evangelio ya no está encerrado en una raza en concreto sino que esta accesible a todo el que se acerque con fe. Ese es el determinante ahora, la fe no la descendencia de Abraham.
- A través del evangelio la justicia de Dios se rebela (v. 17): La justicia se refiere a la declaración que hace Dios de los hombres que son justificados al declararlos justos. A través del evangelio el Padre imputa mi injusticia en Cristo e imputa la justicia de Cristo en mí, de esta forma soy declarado justo y por lo tanto tengo vida eterna. La salvación es sólo por gracia, por el evangelio, no hay otra fórmula de llegar a este estado de justicia que me extraño por naturaleza.
- Este evangelio da vida (v. 17): El resultado final es vida eterna con Dios. Los que somos justificados por la sangre de Cristo tenemos vida con Dios cara a cara por toda la eternidad (1 Cor. 13:12). Es mediante es fe en aquello que le es prometido lo que hace que Abraham sea justificado y a través de él venga la promesa.
Una vez que ha explicado cual es el poder del evangelio, Pablo va a usar los siguientes versículos v.18-32 para explicar la necesidad de este evangelio ante e una humanidad donde todos son pecadores “destituidos de la gloria de Dios”.
Cuidado pastoral.
Algo que define a las sociedades más avanzadas es el desarrollo de su educación, no sólo en el sentido de excelencia sino también en la implantación en el pensamiento colectivo de la educación como algo imprescindible y de peligrosa su ausencia. Esto es el algo que damos por supuestos en países del llamado primer mundo. Consideramos como básico que unos padres se preocupen por la educación de sus hijos, es su responsabilidad y sería algo reprobable una negligencia en esta área.
De la misma forma que deben preocuparse por la educación formal de sus hijos unos padres deben ocuparse de la educación espiritual de sus hijos, esto se llama cuidado pastoral.
El cuidado pastoral, y entendemos como cuidado pastoral a toda la obra que se realiza cuidando la salud espiritual de otras personas, bien sea desde los ancianos de una iglesia hacia una congregación, los encargados de llevar a los jóvenes a los mismo jóvenes o el cuidado espiritual que unos padres hacen sobre sus hijos, es una obra extensa pero totalmente necesaria. A todos nos chocaría ver a unos padres que no dan de comer a sus hijos, o a unos profesores en un instituto que no enseñan nada a sus alumnos, lo veríamos reprochable, incluso denunciables. De la misma forma unos padre han de proveer alimento espiritual para la vida de sus hijos, no es una opción. De la misma forma que unos profesores en la escuela dominical, o de la misma forma los maestros o ancianos de la iglesia, porque todos, y no hay excepción en este todos, necesitamos cuidado espiritual, necesitamos que otra personas nos aconsejen, se preocupen de nuestra salud espiritual.
Aunque lleve el apellido de pastoral, esta nos es tarea exclusiva de los ancianos o pastores o quien esté al cargo en una iglesia, sino que es tarea de todo cristiano maduro ayudar, aconsejar a otras personas pero debemos tener una serie de requisitos para ello que podemos ver en 1 Ti. 4:11-14 Timoteo no debía sólo enseñar, o sea estudiar y hablar sino que su tarea iba más allá tenía que ser ejemplo, o sea ser imitable. Si Timoteo tenía que ser ejemplo era porque se esperaba que el resto de la congregación lo imitara.
Si queremos pastorear la vida de otras personas debemos ser ejemplo de lo que queremos enseñar. Si queremos que nuestros hijos caminen en los caminos de Dios sus padres deben hacerlo primero. No hay cosa que torpedee más la vida de una ser humano que cuando una persona que debía de ser ejemplo para ella falla. Y eso pasa a todos los niveles, familiar, eclesial, laboral. Los buenos ejemplo en la vida cristiana marcan el camino para los que los siguen.
Si queremos pastorear la vida de otras personas en los caminos de Dios, debemos empaparnos de la Palabra de Dios. Es imposible hacer la obra de Dios sin la palabra de Dios 2 Ti. 3:15 “Toda escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia”. Sin esa palabra todo lo que podamos decir a otra persona no pasan de consejos, mejor o peor intencionados. Pero es la palabra de Dios la que tiene el único poder para cambiar vidas, para hacernos crecer. Por eso la persona que quiera ayudar a otra debe empaparse de esa Palabra. Leerla a diario, amarla.
Si queremos pastorear la vida de otras personas en los caminos de Dios, debemos amar como Cristo amaba. Jn. 13:1 “Antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin” y aquí el fin fue la cruz. Debemos amar a las personas y a la obra de Dios con la misma intensidad que Jesús la hacía, hasta el fin. Como aman unos padres a sus hijos, hasta las últimas consecuencias.
Si queremos pastorear la vida de otras personas en los caminos de Dios, debemos ser espirituales. Debemos ser personas que buscan a Dios en medio de las dificultades, es cierto que algunas de estas premisas se pisan en algunos sentidos, pero ser personas espirituales nos habla de ser personas que en cualquier momento ante las decisiones de la vida ponemos a Dios en el primer lugar. El ejemplo de lo que no es ser espiritual es el pueblo de Israel en el desierto camino a Canaán. Vemos a un pueblo que ante la primera dificultad que tenían miraban a Egipto y no a Dios. Preferían acordarse de la nación que les esclavizaba y no del Dios que les liberaba. Ser espirituales es poner a Dios en primer lugar de nuestra vida, o sea, al control de ella.
Si queremos pastorear la vida de otras personas en los caminos de Dios, debemos ser íntegros. Esta es cuestión indispensable. 1 Pd. 1:13-16 “Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado;como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia;sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir;porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.” No nos conformemos, no tomemos forma de los deseos que gobernaban nuestra vida, sino tomemos forma de Dios, que es santo. Si nuestra vida no refleja esta santidad no podremos guiar a otros a esta santidad que es la santidad de Dios.
Fe.
En Gál. 3:6-7 Pablo usa dos elementos que a los creyentes de la época le resultan casi opuestos. Los fariseos y su énfasis en las obras de la ley hicieron parecer que todo lo que sonaba a antiguo pacto, sonaba a justificación por obras. Pero si vemos a fondo la historia de Abraham, realmente la conclusión que sacamos es la de un hombre de fe.
“Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición” Gn. 12:1-2.
Desde casi su primera aparición en Génesis Abraham aparece ligado a la promesa de que Dios creará a través de su linaje una nación, con ciertas características, será una nación grande y además traerá bendición al resto de familias de la tierra “… y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” Gn. 12:3. Pero faltaba una cosa, no puede haber una gran nación entre los descendientes de una persona, si esta persona no tiene descendientes, al menos uno. Abraham no tenía hijos. Esto era una piedra en su camino, piedra que le llevó a tropezar y buscar atajos en el plan de Dios, el atajo, en este caso no lo buscó él sino su mujer Sara. El atajo fue tener un hijo con una esclava, pero no era el plan de Dios, sino nos dice la Biblia “cuando Dios había dicho” o sea en el tiempo de Dios, no en el de Abraham y Sara, nació Isaac.
Isaac era el hijo de la promesa, el deseado, el que cumplía a la perfección con la promesa de Dios. Esa promesa que le había llevado a dejar su tierra natal para ir a heredar una tierra, esa promesa que ya parecía que no iba a llegar. Isaac daba sentido a la vida de Abraham, todos los hijos dan sentido a la vida de los padres y mucho más un primogénito en la época de Abraham, pero Isaac daba sentido a todo lo que había pasado, todo lo que había dejado atrás. Esto es necesario entenderlo cuando nos asomamos al episodio donde Dios pide a Abraham que le entregue a su único hijo (Gn. 22:1-14).
Génesis 22 nos dice que Dios decidió probar a Abraham, decidió poner su confianza a prueba, decidió probar su fe. Probar algo, en el sentido en que Dios nos prueba en nuestra vida es la idea de partir algo a la mitad para ver de que está echo, ver cual es su interior no sólo la capa superficial sino de que está compuesto. Como hemos leído Abraham supero la prueba y su fe fue pública. Porque esa fe no era superficial sino que empapaba toda su vida. Por eso vamos a ver algunos de los frutos de la fe en la vida de Abraham que se nos muestran en este episodio.
- El fruto de la fe es la confianza plena (22:1).
Unos capítulos atrás, antes del nacimiento de Isaac, Dios le dice a Abraham que hará del él una nación grande. Ante esta afirmación Abraham le dice 15:2 “Y respondió Abram: Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer?”. Abraham está impaciente porque los años pasan y el hijo de la promesa no da llegado, e incluso llega a decir ¿qué me darás?, que parece una frase un poco fuerte para decirle a Dios directamente, vemos a un Abraham con dudas, que no está convencido del todo. Pero el Abraham al cual se le pide que entregue a su único hijo, no duda, no replica, no le echa nada en cara a Dios, sino que se levanta muy de mañana para cumplir el mandato de Dios. La diferencia entre aquel Abraham que no tiene muy claro el como y este que confía está en 15:6 “Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia.” La fe. Abraham cree una verdad únicamente porque Dios lo dice. Y es esta fe, que antes no tenía y que ahora tiene, la que le da la confianza para hacer lo que Dios le pide, aunque sea algo tan doloroso como entregar al hijo que tanto ama. Porque Abraham tiene fe para saber que Dios cumplirá su promesa, a pesar de que la realidad no esté ocurriendo como el piense que tiene que ocurrir porque la fe descansa en la promesa.
El fruto de la fe es la responsabilidad (22:3).
Génesis nos dice que Abraham se levantó muy de mañana y preparo las cosas para el viaje a Moriah. Dado que era algo doloroso para él, podía dejar que sus siervos lo hicieran. Pero decide hacer él todos los preparativos. Decide ser él quien sacrifique a Isaac, no evade su responsabilidad sino que la asume. Lo asume porque tiene la confianza de que es lo mejor para cumplir el plan de Dios. No puede saber como ni en que sentido, pero confía en los planes de Dios.
“Vino palabra de Jehová a Jonás hijo de Amitai, diciendo:Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella; porque ha subido su maldad delante de mí.Y Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis, y descendió a Jope, y halló una nave que partía para Tarsis; y pagando su pasaje, entró en ella para irse con ellos a Tarsis, lejos de la presencia de Jehová.” Jo. 1:1-3. Sabemos la historia de Jonás, que huye de la presencia de Dios porque no quiere que Ninive se arrepienta, pues era la capital del imperio asirio. El cual era conocido por su crueldad en batalla. Asiria fue el imperio que continuamente avasalló a Israel, el reino del norte y acabó llevándoselo cautivo. Jonás odia a Asiria, por todo el mal y dolor que provocaron a su pueblo. Dios mismo le dice que es una nación que merece castigo y que será destruida si no cambia. Por eso no quiere predicar, para que no cambie y no se arrepienta y Dios no les perdone sino que les castigue.
Jonás no es responsable de hacer lo que Dios le manda, porque no le gusta, no quiere se rebela. En el polo opuesto está Abraham. Abraham tendría tantas ganas de sacrificar a su hijo como Jonás de que Nínive se salvara. Pero su confianza en Dios hace que sepa que lo mejor es obedecer. En cambio Jonás cree que lo mejor es huir y que la salvación no llegue a esa ciudad.
A pesar de que nuestro corazón diga lo contrario, obedecer la palabra de Dios siempre es la mejor opción. Sea lo menos conveniente para lo que nosotros pensamos, sea lo menos popular, o lo que menos queremos, pero es nuestra responsabilidad.
- El fruto de la fe es el amor a Dios. (22:5-8)
Abraham podría cumplir el mandato de Dios sólo por obligación. Pero no lo hace así sino que a sus siervos les dice “iremos allí y adoraremos” no sólo ofrecer un sacrificio sino adorar, cuando su hijo le pregunta él responde “Dios se proveerá de cordero”. La fe en Dios hace que Abraham no vea a Dios como culpable de lo que va a suceder, o de lo que él piensa que va a suceder sino como merecedor de lo mejor de la vida de Abraham, su único hijo.
Ex. 14:11 “Y dijeron a Moisés: ¿No había sepulcros en Egipto, que nos has sacado para que muramos en el desierto? ¿Por qué has hecho así con nosotros, que nos has sacado de Egipto?” El pueblo de Israel que salió de Egipto era un pueblo que no tenía fe ni en Dios ni en Moisés, por eso ante la primera prueba que se encuentran, en este caso estar atrapados entre el mar rojo y el ejercito egipcio su reacción es acusar a Moisés directamente y a Dios indirectamente de la tragedia que ellos piensan que va a haber. Hacen culpables a quienes los liberan porque su confianza en la promesa de que Dios les va a llevar a Canaan es nula.
La fe nos ayuda a amar a Dios porque descansamos en él. Abraham descansaba en Dios cuando subía con su hijo hacia el sacrificio. Descansaba en que ese Dios que le prometió un día que iba a ser padre de una nación grande iba a cumplir su palabra con Isaac vivo o muerto, eso se sintetizaba en amor hacia ese Dios. Mientras que el pueblo que salió de Egipto no descansaba en Dios y menos en Moisés, y ante la prueba cae en la tentación y acusan a Dios, demostrando falta de amor.
Dos veces Dios llama a Abraham y este responde con un heme aquí, la frase de los que esperan en Dios. Isaías responde con un Heme aquí ante el “¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? ” Is. 6:8. Jacob también responde Heme aquí cuando Dios le habla en Gn. 31:11. Porque cuando cumplimos la voluntad de Dios no tenemos nada de que avergonzarnos, no tememos a la voz de Dios porque sabemos que estamos haciendo lo correcto, no tenemos miedo al castigo o a la ira de Dios contra el pecado. En las dos ocasiones en que Abraham pronuncia estas palabras, en el inicio de la historia y en el fina, no tiene nada de que avergonzarse ante Dios porque está cumpliendo su palabra. La fe nos ayuda a no avergonzarnos porque con ella no fallamos ante Dios.
En el caso contrario a esta fe que hace que no nos tengamos que avergonzar ante Dios están Adán y Eva. “Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto.Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú?” Gn. 3:8-9. Adán y Eva no confiaron en las palabras de Dios, en la advertencia de Dios, si comían del árbol prohibido morirían, no tuvieron fe en la promesa de Dios. Ante esta falta de fe, cuando Dios llama, cuando Dios viene ellos se esconden. ¿Porqué se esconden? porque se avergüenzan de su pecado.
Cuando falla nuestra fe nuestro pecado queda al descubierto y esto nos avergüenza delante de Dios.
Que, como dice el apóstol Pablo, siendo hijos de Abraham por la fe, sepamos tener la fe de Abraham. Una fe que descansa en las promesas de Dios, hasta el punto de darlo todo si Él nos lo pide, sabiendo que las promesas de Dios siempre se cumple. Un fe que se muestra en la prueba y que produce frutos.
Saber.
La mayoría de las cosas que hacemos en la vida son resultado de necesidades, si tenemos nuestra casa en orden, es debido a la necesidad que tenemos de vivir saludablemente, si tenemos amigos es debido a la necesidad de socializarnos, si comemos es debido a la necesidad de alimentarnos y seguir viviendo.
Pero no sólo del presente tiene necesidad el hombre sino hay una necesidad que ante la incapacidad de saciar muchas veces puede llegar a obsesionarlo y controlar su vida. Es la necesidad de conocer como se van a desarrollar los acontecimientos, o sea, el futuro.
Miles de personas gastan energía y dinero por intentar asomar la cabeza a esa niebla densa que es el día de mañana. Tan solo hay que hacer zapping una noche cualquiera para ver la cantidad de programas que anuncian poder interpretar, por medio de métodos de diversa índole, el futuro.
“Y se sentó en el monte de los Olivos, frente al templo. Y Pedro, Jacobo, Juan y Andrés le preguntaron aparte:Dinos, ¿cuándo serán estas cosas? ¿Y qué señal habrá cuando todas estas cosas hayan de cumplirse?” Mr. 13:3-4
Esta necesidad de saber la tenemos todos los seres humanos es algo inherente a nosotros. Los discípulos también tenían esta preocupación, ante un Jesús que hasta en tres ocasiones anuncia que lo van a matar, surge entre ellos la inquietud ante el futuro. Además Jesús anuncia que el templo será destruido (refiriendose a él) en una imagen que los discípulos no entendieron.
Pero ¿cuál era la finalidad de Jesús al decir estas palabras? o preguntándolo de otra forma ¿Cuál es la razón de conocer que habrá un final? Los cristianos gastamos muchos esfuerzos en interpretar las palabras de Jesús y del resto de la Palabra de Dios con respecto a la escatología. Se forman grandes debates y se escriben decenas de libros acerca de términos como mileniarismo, tribulacionismo, anticristo, todos con sus pre-, post- y a- correspondientes. ¿Pero es este el motivo original porque se nos da un libro llamado Apocalipsis?
“Y es necesario que el evangelio sea predicado antes a todas las naciones.” Mr. 13:10
No quiero decir que esté mal estudiar escatología, sino que el sentido original de saber que habrá un punto y final, una línea de no-retorno es que nos apuremos a predicar el evangelio, y que vivamos vidas 100% entregadas, porque puede ser que mañana sea ese día.
“Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos.” Mt. 25:19
En el evangelio de Mateo se nos presenta esta idea muy clara con la parábola de los talentos. El hombre que se va lejos (Cristo) deja sus posesiones (talentos) en manos de sus siervos (cristianos confesos) cada uno de ellos con distinto grado de responsabilidad. La fidelidad es la cualidad requerida para todos ellos y todos los que son fieles dan fruto de alguna forma. El siervo infructífero es descubierto como hipócrita y finalmente destruido.
“Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.” Mt. 25:29-30
Ninguno de nosotros decide el tiempo de vida que tenemos de la misma forma que los siervos de la parábola no decidieron el tiempo de viaje de su señor. Pero sí decidimos que hacer con el tiempo de vida que se nos ha dado. Saber que nuestro Señor Cristo vendrá un día a buscar a Su Iglesia, como prometió, entre otras ocasiones, a los discípulos, no sólo nos debe dar tranquilidad sino que nos debe “meter prisa” por hacer su obra, por predicar su evangelio, por ayudar a los necesitados, por dar fruto con estos talentos que todos tenemos, porque de la misma forma que tenemos la fe firme de que Él vendrá también debemos tener la fe firme de que Él arreglará cuentas con nosotros por lo que hemos hecho con lo que Él nos ha dejado.
Dios, nuestro Padre
Texto: Lc. 12:23-34
Cada cierto tiempo el CIS (centro de investigaciones sociológicas) saca a la luz una encuesta, que suele definir cuales es la dirección por la cual está yendo la situación de la sociedad, es la encuesta de los principales problemas de los españoles. En la encuesta de este año el primer puesto se lo llevó con clara diferencia sobre el resto, el paro (85%), en segundo lugar algo relacionado, los problemas económicos, en tercer lugar algo que muchos dirán que también esta relacionado, la clase política (21%).
Esto es totalmente normal, vivimos una crisis, y ante ella las preocupaciones por la supervivencia de uno y de su familia se vuelven la primera prioridad, miedos como a que todos los miembros de una familia se queden en paro, o que no tengamos un lugar donde vivir porque el banco se ha quedado con el piso, miedos que hasta hace unos años parecían no existir están a la orden del día. A lo largo de toda la historia una de las mayores preocupaciones del ser humano es la de cubrir las necesidades básicas, las propias y las de las personas que están a su cargo. La necesidad de comer y de vestir son probablemente las más básicas.
Este es un pasaje alentador del evangelio de Lucas donde se nos presenta a Dios como ese Padre protector que conoce las necesidades de sus hijos y siempre los sostiene en su mano:
En la parábola anterior Jesús habla a toda la multitud, pero en esta vemos como se centra exclusivamente en los discípulos, con lo que podemos entender que estos textos son para los hijos de Dios, personas que han depositado en él su confianza.
Y vamos a intentar apreciar una serie de ideas que Jesús ha querido expresar con estas palabras para aplicarlas en nuestra vida, y sobre todo asimilarlas en estos tiempos donde parece que todo se desmorona. Que sepamos que tenemos un Dios que se preocupa de nosotros y que nunca nos va a dejar de lado.
1. Dios está en el control de la vida de su pueblo y el nos cubre (v.32): Y la imagen en la de Dios cubriendo al pueblo de Israel por el desierto, de día con una nube, visible, que daba sombra, de noche una columna de fuego, visible y que proporcionaba calor y luz. El pueblo de Israel no hubiera sobrevivido sin la ayuda de su Dios, a pesar de ser rebeldes y desobedientes, pero Dios nunca los abandonó. De esta misma forma Dios nunca abandona a un hijo suyo. Estas son palabras que en un tiempo de crisis como en el que vivimos nos viene bien recordar, que por muchas dificultades que estemos pasando, Dios es fiel a su pueblo.
El versículo 32 nos dice que la buena voluntad de Dios es darnos el reino, somos herederos de un reino y puede que lo pasemos mal estando en esta tierra, ser hijo de Dios no es un antídoto contra las malas experiencias, pero si es un consuelo de saber que tenemos a una persona todopoderosa a nuestro lado, como nos dice Hb. 4:15 “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.”
2. Debemos considerar que nuestra forma de ganarnos la vida, sea cual sea, es un regalo de Dios (v.24). De la misma forma que el cuervo se esfuerza por conseguir su alimento es necesario que el ser humano se esfuerce por conseguir el suyo, sin que este esfuerzo le haga perder la vista en que es Dios realmente el que le esta proveyendo ese trabajo para poder alimentarse. Que el trabajo sea algo pesado y difícil es realmente un castigo a la rebeldía del hombre Gn. 3:19.
Muchas veces olvidamos lo maravilloso y lo grandioso de las cosas cotidianas, llegamos a olvidar que Dios está detrás de ellas. Un ejemplo es la Biblia, muchas veces podemos pensar que bendición sería que Dios nos hablase directamente, de forma audible, como en la Biblia, pero nos olvidamos de lo maravilloso y del poder, que es el mismo, pues es palabra de Dios. Es muchísimo mejor tener las palabras de Dios impresas, que son palabras de Dios a que a una solo personas le sean rebeladas, como era el caso. Cada vez que leemos las palabras de la Biblia es Dios hablando, pero como eso un objeto de uso común muchas veces lo infravaloramos, de la misma forma el trabajo que nosotros realizamos, con su esfuerzo es un regalo de Dios para poder sustentarnos. No es mérito nuestro.
3. Su pueblo es el objeto más preciado para Dios (v.24; v.28): Lo expresa en dos frases “cuanto más vales ustedes que las aves…” y “Cuanto más hará por ustedes, gente de poca fe” vemos la posición que ocupan los hijos Dios ante su Padre, son personas valiosas y que beneficiarias de la bondad de Dios. Esto también nos tiene que ayudar en nuestra autoestima, muchas veces Satanás puede hacernos creer que somos personas que no valemos nada, pero Dios usa una frase “mi pequeño rebaño” donde vemos como Dios usa este nombre cariñoso para referirse a su pueblo.
Is. 43:1-3 Dios no renuncia a su pueblo sino que se identifica con él. Lo ama como un padre, lo disciplina como un padre, le da tranquilidad como un padre.
4. Satanás usa las preocupaciones para atar a la gente (v.30): Una de las excusas que la gente usa más a menudo para rechazar creer en el evangelio o involucrarse en las cosas de Dios es la falta de tiempo. El trabajo, los hijos, los hobbies, se agolpan en las agendas de las personas y desplazan a Dios a un segundo lugar, cuando el día es muy atareado no hay tiempo para orar, leer la Biblia. Esto no es sólo un peligro para las personas que no conocen a Dios porque muchas veces esto nos pasa a todos. Pero este texto tiene un final que nos tiene que llenar de esperanza nuestro Padre sabe lo que necesitamos.
5. Nuestra cabeza debe estar continuamente pensando en el reino de Dios (31): aquí se refiere al campo de la salvación. Lo que primero debe hacer el ser humano es buscar su salvación y una vez que la tenga buscar la salvación de los que los rodean. Esto no significa ser descuidado en nuestro trabajo bajo el lema “Dios me cuida yo no hago nada” sino más bien yo me esfuerzo y es Dios quien prospera lo que hago, no yo.
Gn. 40:21-41:1 Todos conocemos la historia de José, cuando tuvo que ser esclavo en Egipto fue un trabajador excepcional, a pesar de eso acabó en la cárcel, donde su trabajo era también notorio, pero a pesar de hacer lo correcto, a pesar de que rebeló el sueño del copero y del panadero, porque Dios se lo permitía, vemos como tiene que pasarse 2 años más en la cárcel. José podría pensar, “Dios me bendecirá yo me cruzo de brazos y que sea el quien me saque” o “No vale la pena tanto esfuerzo para seguir en la cárcel”, pero él siguió esforzándose y confiando en Dios para al final, gracias a su esfuerzo y la bendición de Dios, consiguió ser el 2º más importante de Egipto. Porque José tenía la mente puesta en las cosas de Dios y a pesar de que su trabajo parecía que no traía fruto él seguía confiando en Dios.
v.32 Es un ejemplo del reino, por mal que estén las cosas debemos preocuparnos por las personas que pasan necesidad, debemos ser un pueblo que ayuda y que es de bendición, porque ese es nuestro tesoro.
“Pues donde tengan ustedes su tesoro, allí también estará su corazón” Lc. 12:34
La fe como motor del milagro.