Vivimos en un país donde lo cristiano está presente en todas las facetas de la sociedad y en la cultura, en la calle encontramos muchas iglesias, fiestas, tradiciones y edificios con símbolos cristianos. Mucas personas y entidades nos llaman a hacernos cristiano, pero cada una tiene una vivencia distinta para aquello que se denomina cristiano. Entonces cualquier mente que razone un poco tiene que plantearse. ¿Qué significa ser cristiano? Hay tantas denominaciones, iglesias, personas que opinan sobre lo que es ser cristiano. A través de la Palabra respondemos a la pregunta en Mt. 28 ¿Qué es un cristiano? Un discípulo de Cristo que vive una vida entregada a Él. Que se ha arrepentido de su pecado, se ha bautizado y vive constantemente guardando sus mandamientos.
Hoy vamos a ver que aquel que afirma ser discípulo de Cristo debe ser una persona obediente a su Palabra. La razón de esta obediencia no radica en lo buenos que somos nosotros para obedecer sino en quién es Cristo para que tenga que ser obedecido.
El N.T usa la palabra Señor (Kyrios) una 700 veces. Cuando o hace para asuntos de la vida secular significa persona con autoridad y superioridad como por ejemplo cuando es usa para decir que los esclavos tiene un señor (Mt. 10:24) también para hablar del dueño de una propiedad (Mr. 12:9) o para el superior de un empleado (Lc. 16:5).
En el A.T. también se usa en referencia a Dios como Señor de Señores (Dt. 10:17; Sal. 136:3) o el Señor de toda la tierra (Jos. 3:13). En referencia a Jesús es la manera corriente en que sus seguidores se refieren a Él (Mt. 17:14-15; Mr. 2:28). Además sus palabras son consideradas como autoridad definitiva (1 Ts. 1:8; 1 Co. 7:10).
La fe en Jesús que proclama el evangelio implica el reconocimiento de Él como Señor, como dueño, como amo y jefe del que cree. Desde el principio la Iglesia, son cristianos aquellos que le reconocen como Señor. El Señorío de Cristo es el rango, poder y dignidad de Jesucristo como Señor de Señores y Rey de Reyes (1 Ti. 6:15; Ap. 19:16) sobre la vida y la muerte de aquellos que creen en Él. La palabra señorío hace referencia a su dominio soberano sobre toda la creación (material y espiritual), todas las circunstancias y todas las relaciones. La confesión fundamental de los cristianos es que Jesucristo es el Señor (Fil. 2:11). Cuando un creyente hace tal confesión por fe, está afirmando directamente su pertenencia a Cristo como Señor, expresada a través de la obediencia incondicional a su voluntad.
Esto es muy importante porque erróneamente creemos, en muchos casos, que lo que tenemos que hacer es creer y nuestra responsabilidad es la Fe. Creemos y por lo tanto ya somos discípulos o cristianos pero nos olvidamos que la Fe es un don de Dios, no es algo que nosotros podamos desarrollar por nosotros mismos, nuestra tarea es la obediencia. Lo estudiábamos en Santiago “Así también la fe por sí misma, si no tiene obras, está muerta” Stg, 2:17. ¿Cuáles son entonces nuestras obras? La obediencia a Cristo.
Las últimas palabras de una persona cuentan mucho. Cuando Jesús está despidiéndose de los Once, de sus discípulos (Jn 14:15-24; 15:14-16), Él les está dando las últimas instrucciones de cómo deben vivir una vida que le agrade a Él y Jesús va a ser claro. Obedeciéndole.
Jesús dice en estos momentos una de sus frases más conocidas “Sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando” (Jn. 15:14). La relación que tenemos como discípulos de Cristo es también de la amigos. Somos considerados amigos por Cristo, las segunda persona de la trinidad. Es una referencia al A.T. a la relación que tenían Abraham con Dios (Is. 41:8; Stg. 2:13; 2 Cr. 20:7). Dios considera a Abraham su amigo e incluso no quiere guardarle información importante sino que la comparte con él Gn. 18:16-20.
Ahora Jesús compara su relación con los Once de esta manera. Son amigos de Cristo, pero que sean considerados amigos no implica que estemos ante una relación de igualdad. No estamos ante dos personas iguales en derechos y obligaciones en una relación sino que existe un Señor, un Maestro el cual considera su amigo a su siervos o discípulo. Ser amigo de Cristo implica estar bajo su autoridad. Jesús deja claro que la vida que debemos vivir es en obediencia.
La obediencia a Cristo es una muestra de amor (14:15): Cuando estamos renunciando al pecado por hacer la voluntad de Dios lo que se muestra en nosotros es amor para con aquel que estamos obedeciendo. Porque el amor se muestra en los actos. Con nuestros labios podemos decir que amamos mucho pero a la hora de la verdad el amor se manifiesta en lo que hacemos, en como hablamos y en como tratamos a la otra persona. Pensemos en una relación de pareja si decimos que amamos, pero luego hablamos mal, ofendemos, no nos preocupamos, ¿podemos decir que hay amor? La respuesta es no, el amor se manifiesta en los actos. Cuando recordamos con cariño a alguien que amamos, no recordamos sus palabras diciendo que nos amaba sino como lo transmitía con sus gestos y acciones.
De la misma manera nuestro amor por Cristo tiene que manifestarse en obediencia. ¿Y por qué es tan tajante aquí Jesús? Si no obedecemos es que ya no hay amor, suena casi como un chantaje. Pues porque no se puede servir a dos Señores (Mt. 6:24). En este caso es con las riquezas pero no podemos estar viviendo a dos aguas, no podemos vivir con un pie en el mundo y siguiendo lo que el mundo dice acerca de la vida, las relaciones, la sexualidad y a la vez obedecer la Palabra de Dios los domingos. Porque cuando ocurre eso realmente estas sirviendo sólo a uno y este es Satanás.
Santiago también va a decir algo parecido “hombre de doble ánimo, inestable en todos sus caminos” Stg. 1:8 las personas de doble ánimos son aquellas que navegan entre dos aguas y son inestables en todo lo que emprenden porque no están sobre la roca que es la Palabra de Dios.
Además cuando obedecemos mostrando amor por Cristo esto nos hace ser amados por el Padre. El que tiene mis mandamientos se refiere a aquel que los conoce y lo obedece el cual es sinónimo de amar a Cristo. El Padre ama a tales personas. Quizás por culpa de obedecer los mandamientos de la Palabra de Dios podemos sentirnos solos, marginados o rechazados pero podemos estar seguros de que cuando obedecemos a Cristo no sólo le agradamos sino que somos amados por Dios.
La obediencia a Cristo es guiada por el Espíritu Santo (14:17-20): Los discípulos tienen miedo porque no saben lo que va a pasar ahora. Pero Jesús quiere tranquilizarlos explicándoles que Él se va, pero la relación continúa. Aquellos que creen en Cristo, que tienen fe en Él como Salvador y como Señor de sus vidas reciben al E.S., que según lo que dice Jesús, hace la misma función que Jesús hacía con los Doce. Los guía, enseña y corrige.
El mundo no podrá conocer al Espíritu Santo, porque no puede recibirlo sólo aquellos que han confiado en Cristo. No sólo es que no lo puedan recibir es que esto es algo incomprensible para el mundo en que vivimos, si les decimos a nuestros vecinos que creemos que tenemos a una persona de Dios en nuestra vida guiándonos probablemente pensará que estamos locos porque el mundo no puede entenderlo. A través del Espíritu Santo es la manera en que los discípulos podrán seguir obedeciendo las Palabras de Jesús. ¿Cómo? Jn. 14:26 “El os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que os he dicho” esta es una promesa para los Doce porque para recordar algo tienes que haberlo oído antes. Cuando te enteras de algo nuevo no estás recordando. La tarea del Espíritu Santo en la vida de los Once es al de recordarles las Palabras de Cristo el resto de su vida. Los Once aprovechan esto para escribir los evangelios y todas las cartas del N.T. ¿Cómo podrían recordar con precisión las Palabras de Jesús? Los evangelios más antiguos son los de Mateo y Marcos (50 d.C) o sea que hace 20 años que Cristo ha muerto y que han ocurrido todas los eventos de su ministerio. ¿Podemos nosotros recordar alguna conversación del año pasado? ¿Y de hace 20 años?. La verdad es que nos costaría recomponer hasta la última predicación que hemos escuchado. Pero el E.S. les muestra a estos hombres lo que Jesús había dicho y lo hace con fidelidad.
No sólo eso sino que le muestra “toda la verdad” no sólo recordar lo que Jesús dijo sino todo lo que Jesús quiere para la vida de su discípulos (Toda la Escritura). Con el objetivo de que “a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra” 2 Ti 3:17. Para que seamos como Cristo.
Hoy en día el Espíritu Santo no nos da nueva revelación de lo que Jesús dijo pero si nos guía a través de la revelación que Él mismo recordó a los Once más a Pablo para guiarnos en nuestra vida. ¿Queremos obedecer a Cristo sólo podremos a través de la guía del Espíritu Santo?. ¿Cómo nos guía el Espíritu Santo? A través de la lectura, meditación y oración. Jesús mismo se apartaba tiempo para orar y pedir guía al Espíritu Santo. Él no dirá como obedecer.
La obediencia a Cristo es el medio para reflejar a Cristo al mundo (14:22-24): Judas no Iscariote ha hecho una pregunta a Jesús. Era una pregunta normal, si estaba siendo tan claro enseñándoles que es lo que Jesús va a hacer y que va a regresar más adelante, ¿Por qué no se lo cuenta al resto del mundo para qué crea? Jesús va a dar una respuesta repitiendo algo que ya dijo anteriormente, la respuesta nos puede parecer que no es clara. Pero si estamos atentos a las palabras de Jesús podremos entender lo que está diciendo. Jesús les responde que sí se va a manifestar al mundo pero no de la manera que ellos esperan o consideran que fuera la mejor sino que Cristo se manifiesta al mundo a través de las vidas de los que le aman y le obedecen. Más adelante Jesús ampliará la definición diciendo que le serán testigos “me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra” Hc. 1:8 donde les explicará que son ellos 11 los que tienen que ir por el mundo predicando el evangelio del reino que predicaba Jesús, bautizando y enseñando a guardar los mandamiento de Cristo. Pero esto sólo lo pueden hacer las personas que aman a Cristo.
Conclusión
Aquel que quiera ser discípulo de Cristo va a tener que pensárselo muy bien. Evaluar lo que cuesta porque para empezar cuesta el corazón y la vida. Amar a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con toda nuestra mente. Pero además si queremos ser discípulos de Cristo tenemos que vivir una vida de obediencia a su Palabra en todo momento. Una obediencia que es muestra de amor a Cristo. Ya vimos que todas las características están enlazadas entre ellas.
Para esta obediencia no estamos solos sino que el E.S nos guía a ella a través de la Palabra que Él mismo dicto a los Apóstoles. Podemos pedir guía a Dios en los momentos difíciles para tomar decisiones y Él nos guiará a través del E.S.
En último lugar cuando obedecemos a Cristo lo que estamos haciendo es reflejando a Cristo allí donde estemos obedeciendo. Porque nos comportamos como Cristo lo haría. Jesús no es hipócrita para pedir que hagamos algo que Él no haría. Así que obedeciendo a Cristo le estamos imitando y reflejando al mundo