Una de las doctrinas más esperanzadoras que tenemos acerca de Dios la encontramos en su inmutabilidad. Dios no cambia, sino que Él es el mismo por siempre. Esta afirmación choca de frente con una filosofía de vida tan cambiante como la que tenemos en nuestra sociedad hoy en día. Pero también choca con la realidad de un Dios personal que da a cada hecho una respuesta a la medida de tal.
1. Evidencia en la Biblia: Dios existió antes de que fueran hechos lo cielos y la tierra, y existirá después de que ellos hayan sido destruidos. Dios hace que el universo cambie, pero en contraste con este cambio, él es el mismo.
Dios se refiere a su propia inmutabilidad en cualidades propias (paciencia, magnanimidad y misericordia) “Yo, el Señor, no cambio. Por eso ustedes, descendiente de Jacob, no han sido exterminado” (Mal 3:6).
Dios es inmutable, no en toda manera que podamos imaginar, sino sólo en las maneras que la misma Biblia afirma. La inmutabilidad de Dios esta expresa en su características o carácter. Dios es inmutable respecto a su “ser”, con respecto a sus “perfecciones” y con respecto a sus “propósitos”.
2. ¿Cambia Dios de parecer algunas veces?: Cuando hablamos que Dios es inmutable no podemos pasar por alto los versículos donde se dice que Dios cambió de opinión. También hay casos donde se dice que Dios se lamentó de haber echo algo.
“Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo.” Jn. 3:10
Estos casos se deben entender como verdaderas expresiones de la actitud o intención presente de Dios con respecto a la situación según existe en ese momento. Si la situación cambia, por supuesto, la actitud de Dios o expresión de intención también cambiará. Dios responde diferente a situaciones diferentes.
Esta idea también debe aplicarse a la iglesia de hoy en día. Los proyectos, formas, planes o programas que en su día funcionaron de manera excelente dando mucha bendición pueden no funcionar en el día de hoy y es obligación de la iglesia hacer autocrítica y, sin cambiar lo que nunca cambia, los principios, cambiar la forma de hacer las cosas.
3. La cuestión de la impasibilidad de Dios: Algunos teólogos han hablado de otro atributo de Dios su impasibilidad. Este atributo significaría que Dios no tiene pasiones o emociones, sino que es “impasible”, y no está sujeto a pasiones.
Por supuesto Dios no tiene pasiones pecaminosas, pero tampoco es cierto que Dios no tenga en absoluto pasiones o emociones. Más bien es lo opuesto a esto. Dios es el origen de las emociones y de las pasiones. Tenemos ejemplo de ello: Dios se alegra (Is. 62:5), se entristece (Ef. 4:30). Su enojo arde contra sus enemigos (Éx. 32:10). Él se compadece de sus hijos (Sal. 103:13), y ama con amor eterno (Is. 54:8; Sal. 103:17).
4. El desafío de la Teología del Proceso: Los que abogan por esta teoría niegan las inmutabilidad de Dios. Esta teoría dice que el proceso y el cambio son aspectos esenciales de la existencia genuina, y que por consiguiente Dios debe estar cambiando con el tiempo también, como todo lo demás que existe. A los teólogos del proceso no le gusta la doctrina de la inmutabilidad de Dios porque piensan que implica que nada que hagamos realmente afecta a Dios.
Otro error de la Teología del Proceso es dar por sentado que como la creación cambia su creador cambia pero como vemos en hebreos Hb. 1:10-12 “En el principio, oh Señor, tú afirmaste la tierra, y los cielos son la obra de tus manos. Ellos perecerán, pero tú permaneces para siempre. Todos ellos se desgastarán como un vestido… y cambiaran como ropa que se muda; pero tú ese siempre el mismo, y tus años no tienen fin”.
5. Dios es a la vez infinito y personal: es infinito en que no está sujeto a ninguna de las limitaciones de la humanidad ni de la creación en general. Es mucho más grande que todo lo que ha hecho. Pero también es personal; interactúa con nosotros como persona, y podemos relacionarnos con él como personas. Ejemplo de ello abunda en la Biblia, Abrahan, Moisés, el propio pueblo de Israel, David, Jesús, los Apóstoles, son personas que tuvieron una relación personal con Dios.
Aparte de la verdadera religión que se halla en la Biblia, ningún sistema religiosos tiene un Dios que sea a la vez infinito y personal.
6. La importancia de la inmutabilidad de Dios: Puede parecernos que no es importante, pero si Dios pudiera cambiar, entonces cualquier cambio sería para bien o para mal. Además si Dios pudiese cambiar no podríamos confiar en sus promesas, porque estas estarían sujetas a que Dios cambiase. Si Dios cambiase podría arrepentirse de habernos perdonado.
Si Dios no es inmutable, toda la base de nuestra fe empieza a desbaratarse, y nuestra compresión del universo empieza a deshacerse.
Por eso es maravilloso poder descansar en las promesas de un Dios que ha sido, es y será el mismo, el mismo Dios misericordioso, el mismo Dios de amor, el mismo Dios bondadoso y amante de sus hijos, pero que a su vez me entiende a mí y me da solución para mis problemas, de manera individual, particular y actual.