Las últimas palabras de una personas son importantes. Cuando alguien está a pocas horas de morir esas últimas conversaciones, esas últimas ideas que transmite a aquellos que se acercan a despedirse no suelen ser ideas triviales. Sino que tratan sobre los temas que más le importan en la vida a aquel que va a dejarla pronto. Bronnie Ware es una enfermera australiana, que trabaja en cuidados paliativos de personas terminales. Esta mujer escribió un libro sobre cuáles son los temas que habla una persona antes de morir, más concretamente de que se arrepienten las personas cuando saben que no les quedan muchas horas de vida. La gente no habla de su equipo de fútbol favorito o de cómo está el tiempo. Sino lo que realmente está en su corazón: como por ejemplo tener más contacto con esos amigos de la juventud que con el tiempo y la vida se va uno alejando. Ser más feliz es otro de los temas o tener la valentía de expresar lo que sentía a otras personas.
“Antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin” (v. 1)
Jesús sabe que llega sus últimas horas en la tierra y quiere usarlas no para hablar de cosas triviales que un grupo de amigos puede hablar durante una cena. Si no para darles un grupo de hombres que lo han seguido durante tres años por los polvorosos caminos de Palestina unas últimas palabras de ánimo, aliento y formación que les serán muy necesarias el resto de sus vidas. Unas palabras que ninguno de los 12 hombres que acompañaban a Jesús olvidarán y unas palabras que nosotros dos mil años después, los que nos decimos discípulos de Jesús, siervos de este Señor debemos estar atentos a ellas para saber lo que nuestro Mesías quiere de nosotros.
En el capítulo 14 vamos a ver, la esperanza, El que dice ser discípulo de Jesús tiene una esperanza cierta. Esta esperanza se manifiesta en el presente. Esta esperanza se basa en las propias palabras de Jesús.
La esperanza del discípulo le lleva a descansar en las palabras de Cristo (v. 1-4): Jesús ve a sus discípulos en una situación de temor. No saben bien que van a pasar y las circunstancias que les van a sobrevenir en las siguientes horas no van a ayudar a esa situación. Así que Jesús quiere que sepan que lo que va a ocurrir no es el fin sino que todo está planeado de antemano. Para ello que otro consuelo más grande que saber que tenemos un sitio esperándonos en la casa de nuestro Padre celestial. La imagen que nos viene a la cabeza es el hijo pródigo, que hundido en la miseria de esa ciudad cercana donde malgastó sus vienes se acuerda de la casa de su padre para volver a ella y emprende el viaje de vuelta con la esperanza de encontrar allí un sitio. De la misma manera estos hombres deben confiar en que la muerte de Jesús no es su fin sino que él está preparándoles un lugar para estar con ellos toda la eternidad. Ellos habían tenido que preparar el lugar para cena, habían tenido que disponer de todas las cosas.
Ahora va a ser Jesús el que va a preparar un lugar para ellos y no lo van a pasar bien durante el tiempo que estén aquí en la tierra. Pero la visión de la gloriosa estancia con Jesús por toda la eternidad debe alentarlos. No tanto por el lugar donde irán sino por la persona con la que estarán.
Para empezar Jesús pide para él la misma fe que su Padre. Si han tenido fe para creer que Dios enviaría un Mesías para rescatar al pueblo y lo creen de una manera firme. De la misma manera deben creer que en sus palabras cuando les va a anunciar una nueva promesa. La cual se divide en cuatro partes: 1. “En la casa de mi padre hay muchas moradas” (v. 2) la palabra moradas significa habitaciones, estancias para cada uno. Es la referencia a una casa espaciosa donde el invitado tiene un espacio amplio para los habitantes. Jesús está celebrando la pascua en una casa prestada. Les anuncia que va a preparar su casa que es la de su padre para que ellos puedan vivir allí. La idea es que Cristo no vendrá a buscarlos para vivir como siervos por toda la eternidad sino como hijos ya que le ofrece a estos Doce las mismas estancias de la casa, las que un hijo podría disfrutar. El hijo vive en casa.
La segunda promesa es acerca de lo que Jesús va a hacer ahora 2. “… voy pues a preparar lugar para vosotros” (v. 2) Jesús va a preparar un lugar para sus discípulos. Todo lo que va a hacer Jesús en los próximos días es lo necesario para que los discípulos puedan morar en la casa del Padre. Así que a través de su humillación y exaltación Jesús prepara un lugar para los suyos, para aquellos que creen en Él. La muerte, resurrección, ascensión y envío del Espíritu Santo son la manera de preparar esas moradas y su ejecución es la garantía. Por eso creer estas palabras de Jesús quitan el temor de los corazones. Por qué tan real como ha sido la muerte, la resurrección, la ascensión y la llegada del E.S. dentro nuestra así son las moradas que a los creyentes le han sido preparadas.
Así que creéis en Dios, creed también que yo os he preparado un lugar para vosotros y no temáis con lo que vais a vivir porque yo estoy preparando vuestro futuro. Todo lo que pase a partir de ahora es necesario para que esta preciosa promesa se cumpla.
La tercera promesa es acerca de que Jesús volverá 3. “… vendré otra vez y os tomaré a mí mismo”. Es una descripción de como Cristo tomará a los santos para vivir al cielo. Describe la venida de Cristo para reunir a su pueblo que aún vive y resucitar el cuerpo de aquellos que ya hayan muerto para llevarlos a todos al cielo. Hay una descripción breve pero precisa de cómo será ese momento “vendré” es Cristo quien vuelve a la tierra por segunda vez, “os tomaré” es un acto que nace de la acción de Cristo no de los tomados su pueblo no hace nada. La imagen aquí es cuando estamos en la mesa y tomamos el vaso con agua para beber. El vaso no hace nada somos nosotros los que lo cogemos y llevamos a la boca.
Esto nos lleva a la cuarta promesa 4. “para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (v. 3). La eternidad del cristiano es estar unido a Cristo por toda la eternidad. Jesús no nos toma para llevarnos a un sitio sino para gozar con él. Junto a él. Los Doce disfrutaban de estar con Cristo, aprendían de él, lo escuchaban hablar. Eran enviados por Jesús para predicar el evangelio. Ahora van, en contra de su voluntad a perder ese contacto con Jesús. Lo sufrirán, pero tienen la promesa de que no será por siempre sino que Jesús, en algún momento, volverá para restaurar esa relación de una manera que durará por toda la eternidad. Cristo nos toma a nosotros para llevarnos con él “a mí mismo” desde ese momento estamos con él para siempre, tanto en las bodas del cordero, como en el milenio, como en la eternidad. Ya no hay más separación. “Donde yo estoy” en la morada de mi padre, vosotros “también estéis”.
El versículo termina con una afirmación de que saben a dónde van y saben el camino. Pero era obvio que no sabían, es entonces cuando Tomás expresa una pregunta que todos podrían estarse preguntando en ese momento “Señor, no sabemos a dónde vas cómo pues podemos saber el camino” (v. 5). Jesús da la respuesta. Él es la respuesta. Él es el destino y el camino. Porque “Yo soy el camino la verdad y la vida, nadie viene al padre son por mí” (v. 6) este es uno de los textos más conocidos de todo el N.T. y nos lleva al siguiente característica de la esta fe que habla Jesús.
La fe del discípulo es EN LA PERSONA de Cristo (v. 5-7): Estas Palabras generan confusión entre los Doce que las entendían. Las entenderían mejor después de la muerte de Jesús pero antes estaban confundidos. Entonces para responder a Tomás Jesús a hacer una declaración maravillosa sobre sí mismo. Tres conocidos “Yo soy” en una sola frase. Yo soy el camino. Yo soy la verdad. Yo soy la vida. Realmente lo que está haciendo aquí Jesús es resumir lo que había enseñado antes. En los primeros versículos Jesús había afirmado que Él es la verdad una verdad tan autentica como la de Dios mismo. Su verdad tiene la misma autoridad que la del Padre, así que no es un ser humano pecador, como nosotros y por tanto carentes de verdad. En cambio Jesús es la fuente de verdad. Podemos ir a Él y confiar que todas sus palabras son verdad absoluta. La verdad no tiene grados, o es verdad o es mentira. Cuando comparamos estas palabras con las de Satanás en el Edén podemos ver la gran diferencia (Gn. 3:4-5) “No moriréis” mentira “Conoceréis el bien y mal” pero no cuenta lo más importante, conoceremos el mal y no podremos evitar cometerlo. Todos sabemos lo que Dios dice que está mal, ¿Pero saberlo nos evita cometerlo? No. Si fuera así, con leer la Biblia ya no pecaríamos. Vemos que las palabras del enemigo son palabras engañosas, bien sea porque son mentiras directas o porque inducen al error, inducen al engaño. Por ser pecadores, malditos por ese mismo engaño en el que cayeron Adán y Eva las palabras de los seres humanos adolecen de lo mismo, mentira y llevar al engaño. No son así las palabras de nuestro Señor. Cristo es la verdad y todas las palabras que salen de él. Bien sea dichas por el mismo o por alguien que Él envía como sus discípulos, luego apóstoles, son la verdad. No hay otra. Por mucho que los tiempos cambien o por mucho que queramos contextualizarlos. No hay otra verdad.
Jesús dice también que Él es la vida (v. 6). Por eso puede preparar un lugar para sus discípulos y luego venir a buscarlos para vivir eternamente con él. Jesús ya había dicho esto antes. “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. 26Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?” (Jn. 11:25-26) Jesús en la resurrección de Lázaro vuelve a unir la fe, el creer en Él, con la vida. Marta es una judía creyente sabe que “resucitará en la resurrección, en el día postrero” (v. 24) cree en la resurrección y vive conforme a ello. Cree en Jesús pero llora y le echa en cara “si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto” (v. 21) no cree en el poder de Jesús para resucitar, sí cree en el poder de Dios Padre para hacerlo, pero no en el de Dios Hijo. Y Jesús tiene que decirle. Yo soy la vida, osada declaración. El poder de vida de Jesús se manifiesta en dos maneras. Si crees en Él, aunque te llegue la hora de la muerte, tiene poder para vencer a esa muerte. Si crees en Él, no morirás eternamente. Hayas muerto o no en la tierra hay vida eterna para nosotros. No sólo es el acto de pasar de muerte a vida es el sustentamiento de vida por toda la eternidad. ¿Por qué tenemos la garantía de que existiremos en vida por siempre? ¿Por qué no habrá otra rebelión como la de Satanás? Porque Jesús sustenta esa vida Eterna, no es que la de, es que Él es.
Él es el camino (v. 6). Jesús no sólo es fuente de vida porque nos da la vida eterna o la fuente de verdad porque su palabra es verdad sino que la manera de alcanzar esa promesa que ha dicho en los versículos del 1 al 4 es a través de él mismo. Él es el vehículo a través del cual podemos llegar a disfrutar de esa promesa. Ro 3:21-26 “Dios puso como propiciación” El propiciatorio era parte de la tapa del arca del pacto. El arca contaba con unos querubines en su parte superior que representaban la santidad de Dios y dentro del arca estaba la ley de Dios que Moisés había puesto. El sacerdotes cuando ofrecía un sacrificio extendía la sangre sobre el propiciatorio que era la parte de la tapa a los pies de los querubines. De tal manera que la sangre quedaba entre la santidad de Dios y la ley que los hombres habían incumplido y de manera figurada Dios veía la ley a través de la sangre de este cordero que había muerto para llevar el pecado del pueblo.
Así que veía la ley justa que había sido transgredida y la santidad de Dios le llevaría a actuar con justicia en contra de este pecado. Pero la sangre del cordero carga con el castigo por el pecado y Dios puede ver al pueblo limpio por esa sangre y tener una relación con él.
Cristo es el cordero definitivo que quita el pecado y lo hace “por medio de la fe” haciendo que aquel que en Cristo crea “sea justificado”. Este es el camino que está hablando Jesús.
Cuando digo que la fe del discípulo es EN LA PERSONA de Cristo. Lo que digo en que la fe no sólo radica en creer que las palabras de Jesús sino también en creer que Jesús es lo que dice ser y lo que la palabra de Dios dice que es. Porque de nada vale creer que Jesús va a volver sino se cree que es hijo de Dios. De nada vale creer que fue a la cruz por ti si no crees que Él es el cordero de Dios. Ha habido miles de mártires a lo largo de la historia que han muerto por lo que creían que era justo pero esto no ha convertido en su lucha en algo verdadero. No pueden, son seres humanos.
Pero a través de la fe en que Cristo es el instrumento preparado por Dios para solucionar la separación entre el Padre y el ser humano. Tenemos el camino para la vida con Cristo. Jesús es todas estas cosas de una manera maravillosa. Es verdad porque nos anuncia la única verdad que puede salvar nuestra vida esta verdad es que Jesús es el camino para llegar a la vida eterna junto a él viviendo en la casa del padre y que un día volverá para llevarnos junto a él.
Entonces termina respondiéndole a Tomás “Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais” (v. 7) es una frase condicional que nos puede llevar a engaño porque la condición es conocer a Jesús. Llevan tres años con él ¿Cómo no iban a conocer a Jesús? Toda palestina conocía a Jesús. Lo que se refiere no es a un conocimiento superficial sino a al conocimiento que surge de la fe, si conocen en fe a Jesús, si afirmas las mismas palabras que Pedro dijo en 6:69 “nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” entonces de la misma manera tendrían fe en las palabras del Padre el cual envío a su hijo y lo toma de vuelta.
Conclusión
La vida del discípulo se vive en esperanza de que un día Cristo cumplirá su palabra y viviremos con Él por toda la eternidad. Toda la vida está invadida por esta Esperanza. Por eso pase lo que pase en la vida del discípulos, incluso en los malos momentos tiene la Esperanza de que un día estará con su Maestro toda la eternidad.