El origen de la alabanza.


Todas las cosas que conocemos tienen un origen, una génesis que las crea, les da forma e identidad. Suele ser un punto de inicio, una idea, un sueño, una oportunidad, que las hace nacer e ir en una dirección.

La alabanza, o gloria, que le damos a Dios tiene una génesis particular porque surge de Dios para volver a él mismo.

 “Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra.Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude.Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas.Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.” Lc. 10:39-42

       Puede parecernos un gesto descortés pero María prefirió estar escuchando a Jesús en primera fila, literalmente a sus pies, que “perder” el tiempo ayudando a su hermana. Ante la oportunidad única de poder estar con Jesús, María no la desaprovechó, aunque esto incomodara a Marta. Esto nos habla del concepto de ambas tenían de Jesús. Marta, como anfitriona, quería servir a Jesús, que él se sintiese cómodo, cosa loable, pero María prefirió ser servida por Jesús, prefirió participar del banquete que representaban las palabras y enseñanzas de Jesús.

“Seis días antes de la pascua, vino Jesús a Betania, donde estaba Lázaro, el que había estado muerto, y a quien había resucitado de los muertos.Y le hicieron allí una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban sentados a la mesa con él.Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume.” Jn. 12:1-3

       No sabemos bien que llevó a María a ungir el cuerpo de Jesús, lo cual era un acto profético de su muerte. Pero sí podemos intuir que los dos relatos están conectados, la alabanza aquí demostrada en un ungimiento con perfume, había nacido tiempo atrás en un corazón que estuvo a los pies de Jesús. La alabanza “visible” y verdadera como lo que nos narra Juan no deja de ser el reflejo de una vida de agradecimiento y esta vida de agradecimiento nace por unos oídos atentos y un corazón abierto a las palabras del Maestro.

Unos versículos más adelante Jesús va a echar en cara de sus discípulos que él no va a estar mucho más tiempo con ellos, que debían aprovecharlo. María supo aprovechar a Jesús, aprovechar para escucharlo, aprovechar para alabarlo como se merecía el Hijo de Dios, mientras tanto Marta seguía sirviendo mesas. No es que Marta hiciera lo incorrecto, es que entre lo bueno y lo mejor, se quedó sirviendo mesas.

De la misma forma que Marta y María muchas veces en nuestras iglesias y en nuestras vidas nos pasamos el tiempo planeando cosas para Dios, actividades evangelísticas, conciertos, conferencias, etc. Y dejamos de lado lo más importante ponernos a los pies de Dios y sólo disfrutar de su palabra, de su amor, de su justicia, de sus mandamientos, de sus propósitos y dejar que eso sea germen de alabanza, alabanza verdadera con la que igual que María ungir a nuestro Dios.

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Una vida de alabanza


Cuando hablamos de David una palabra nos viene a la mente, alabanza. Podemos caer en el error de pensar que la alabanza es únicamente cantar. Alabar es elogiar, celebrar con palabras. A lo largo de la vida de este hombre que en Hc.13:22 se nos dice que era “un hombre conforme al corazón de Dios” vemos momentos buenos y momentos malos, momentos de triunfo y momentos de persecución, momentos en los que es fácil alabar a Dios y momentos en los que no.

La vida de David tampoco podemos etiquetarla como una vida fácil, perseguido hasta la saciedad por Sául antes de acceder al trono. Su pecado con Betsabé fue público y acarreó la muerte su hijo, cuando fue anciano dos de sus hijos se revelaron contra él, para usurparle el trono.

Pero aún así nunca dejó de elevar alabanza a Dios. Incluso en sus peores momentos su boca elevaba alabanza a Dios.

En la noche de hoy vamos a meditar en esta vida e intentaremos ver algunas de las características de la vida de David para poder aplicarlas a nuestra vida, para que nuestra vida sea también una vida de alabanza.

1. Valiente y confiado en el poder de Dios. 1S. 17:37El Señor, que me libró de las garras del león y del oso, también me librará del poder de este filisteo.”

       La valentía de una persona suele residir en la confianza que tenga y donde la tenga, hay gente que confía en su inteligencia y capacidad, y es gente valiente porque confía que cuando hay una dificultad su intelecto o su habilidad le ayudarán a superarlo. Hay gente que confía en sus defensas, saben que hay gente o cosas protegiéndolos y su valentía reside en ello, como la gente de Jericó que confiaba en sus murallas. Hay gente, como el caso de Goliat, que confía en su fuerza física, se consideran más fuertes que sus rivales y su valentía reside en esa confianza. Pero la valentía de David residía en Dios, “Yo vengo a ti en el nombre del Señor Todopoderoso […] A quien tú has desafiado”. David no venía a defender su honor ni el de su familia, ni el del rey Saúl, venía a defender el nombre de Dios, a quien realmente Goliat había ofendido. David no esperaba derrotar a Goliat con sus propias fuerzas sino con el poder de Dios.

Sal. 91

1  El que habita al abrigo del *Altísimo
se acoge a la sombra del *Todopoderoso.
Yo le digo al Señor: «Tú eres mi refugio,
mi fortaleza, el Dios en quien confío.»

Sólo él puede librarte de las trampas del cazador
y de mortíferas plagas,
pues te cubrirá con sus plumas
y bajo sus alas hallarás refugio.
¡Su verdad será tu escudo y tu baluarte!
No temerás el terror de la noche,
ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que acecha en las sombras
ni la plaga que destruye a mediodía.
Podrán caer mil a tu izquierda,
y diez mil a tu derecha,
pero a ti no te afectará.
No tendrás más que abrir bien los ojos,
para ver a los impíos recibir su merecido.

2. Su justicia descansa en Dios, no es vengativo 2S. 16:5-13; 19:18-23

En uno de los momento más bajos del reinado de David, su hijo Absalón se revela contra él y se proclama rey en Hebrón, Simí, que era pariente de Saúl, lo cual nos da a entender la manía y la saña que le tiene a David, aprovecha para insultarle en la huida. En bueno notar aquí la diferencia de comportamiento que tienen Simí y David hacia el ungido de Dios, vemos como David fue incapaz de levantar su mano contra Saúl en cambio  Simí insulta sin piedad. Por mucho que Absalón se proclamara el rey, David era el legítimo rey, podía matar allí mismo, pero vemos como un David hundido decide que sea la justicia de Dios quien juzgue.

Tras la muerte de Absalón y confirmado en el trono David vuelve a tener la oportunidad de vengarse, pero no lo hace, porque descansa en la justicia de Dios.

Aunque parece que la ofensa de Simí no tuvo castigo pero 1R. 2:46 nos dice que Simí fue ajusticiado a manos de Salomón, el hijo de David. Vemos que la verdadera justicia es la que descansa en Dios, lo otro son venganzas. Dios es Justo y su justicia en perfecta, todas las ofensas dadas a él o a sus hijos son pagadas, a su tiempo, pero son pagadas. Los tiempos de Dios son algo misterioso, como seres humanos lo queremos todo y lo queremos ya, pero Dios usa su tiempo para dar cumplimiento perfecto a su justicia.

Sal. 43

1  ¡Hazme *justicia, oh Dios!
Defiende mi causa frente a esta nación impía;
líbrame de *gente mentirosa y perversa.
Tú eres mi Dios y mi fortaleza:
¿Por qué me has rechazado?
¿Por qué debo andar de luto
y oprimido por el enemigo?
Envía tu luz y tu verdad;
que ellas me guíen a tu monte santo,
que me lleven al lugar donde tú habitas.
Llegaré entonces al altar de Dios,
del Dios de mi alegría y mi deleite,
y allí, oh Dios, mi Dios,
te alabaré al son del arpa.

¿Por qué voy a inquietarme?
¿Por qué me voy a angustiar?
En Dios pondré mi esperanza,
y todavía lo alabaré.
¡Él es mi Salvador y mi Dios!


3. David siempre buscaba lo mejor para las cosas de Dios 2S. 7:1-2.

David demuestra una especial sensibilidad y amor hacia las cosas de Dios. El arca nunca había tenido un templo, una casa. David “se siente mal” por vivir en una casa muy bonita mientras el arca se encuentra en una tienda. Esto demuestra, por un lado el amor sincero y no solo ritual de David, David no busca cumplir con una serie de normas sino que busca lo mejor para lo relacionado con dios y su obra.

David buscaba a Dios, no sólo cumplir con la religión predominante, amaba a Dios, sus mandamientos, su ley, su justicia, sus bendiciones..

Sal. 42

1 Cual ciervo jadeante en busca del agua,
así te busca, oh Dios, todo mi ser.
Tengo sed de Dios, del Dios de la vida.
¿Cuándo podré presentarme ante Dios?
Mis lágrimas son mi pan de día y de noche,
mientras me echan en cara a todas horas:
«¿Dónde está tu Dios?»

Recuerdo esto y me deshago en llanto:
yo solía ir con la multitud,
y la conducía a la casa de Dios.
Entre voces de alegría y acciones de gracias
hacíamos gran celebración.

4. David no tiene un corazón rebelde a Dios sino que asume el castigo por su pecado. 2S 12:1-14.

Ya hemos dicho antes que la Biblia describe a David como una hombre conforme al corazón de Dios. A pesar de esta bonita descripción David era una persona y por lo tanto era pecador. En este conocido pasaje vemos como el hijo de David en primer lugar reconoce el pecado y segundo acepta el castigo de Dios, no se revela contra él. Muchos de los descendientes de David en el trono fueron rebeldes ante las denuncias de pecador por parte de los profetas de Dios. Pero David en cambio acepta la reprimenta y el castigo, con un comportamiento que nos confirma un arrepentimiento sincero por el pecado cometido.

12:20 Después de la muerte de su hijo David se levanta y se va a adorar a Dios. Este gesto nos muestra un corazón totalmente entregado a Dios que aún en los más oscuro del dolor de la muerte de un hijo junto con la vergüenza de haber sido “descubierto” su pecado decide ir a la casa del Señor y allí adorar.

Sal. 51.

1  Ten compasión de mí, oh Dios,
conforme a tu gran amor;
conforme a tu inmensa bondad,
borra mis transgresiones.
Lávame de toda mi maldad
y límpiame de mi pecado.

Yo reconozco mis transgresiones;
siempre tengo presente mi pecado.
Contra ti he pecado, sólo contra ti,
y he hecho lo que es malo ante tus ojos;
por eso, tu sentencia es justa,
y tu juicio, irreprochable.
Yo sé que soy malo de nacimiento;
pecador me concibió mi madre.
Yo sé que tú amas la verdad en lo íntimo;
en lo secreto me has enseñado sabiduría.

Purifícame con *hisopo, y quedaré limpio;
lávame, y quedaré más blanco que la nieve.
Anúnciame gozo y alegría;
infunde gozo en estos huesos que has quebrantado.
Aparta tu rostro de mis pecados
y borra toda mi maldad.

10 Crea en mí, oh Dios, un *corazón limpio,
y renueva la firmeza de mi espíritu.
11 No me alejes de tu presencia
ni me quites tu santo Espíritu.
12 Devuélveme la alegría de tu *salvación;
que un espíritu obediente me sostenga.
13 Así enseñaré a los transgresores tus *caminos,
y los pecadores se volverán a ti.


5. Con sus dones y capacidades servía a quien lo necesitaba. 1S. 16:23

David, entre otras cualidades que Dios le había dado, era un músico genial y tocaba el arpa de una manera que lo hacía conocido en todo el reino. Pero a pesar de que Saúl era su enemigo e incluso intentó matarlo con una lanza mientras David toca el arpa para él, Davíd usaba su don o capacidad de tocar el arpa para bendecirlo y “hacer que el espíritu maligno se alejara de él

Viendo la vida de David, tengamos una vida de Alabanza, en los buenos y en los malos momentos, cuando hemos triunfado o cuando los enemigos nos insulten. Que nuestra alabanza esté presente en nuestra confianza en el poder de Dios, en la su justicia infinita. Alabemos a Dios buscando continuamente lo mejor para su obra y para su iglesia. Y sirvamos a los demás con los dones y capacidades con que Dios nos provee