¿Qué significa ser cristiano? VII: Perdonar

¿Qué significa ser cristiano? VII: Perdonar

Empezamos esta serie sobre qué significa ser cristiano en Mt. 28 donde veíamos que Jesús reunió a sus discípulos en una montaña de Galilea y allí les dio un mandato “Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones (v. 19). Veíamos la diferencia entre identificarnos como cristianos a hacerlo como discípulos. Jesús nunca llamó a la gente a hacerse cristiana en el sentido de apuntarse a una religión. Sino que el llamado es a ser discípulos, personas que le sigan, le obedezcan y quieran vivir como Él vivió.

En los momentos más difíciles es donde el carácter de un hombre o una mujer queda expuesto y podemos ver lo que realmente es una persona. En el momento de su muerte, ante todas las personas que le estaban insultando, burlándose y alegrándose de su muerte Jesús ora «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen» Lc. 23:24. Jesús era un hombre perdonador y si queremos ser identificados como cristianos debemos perdonar como Él perdonaba,

Colosenses 3:12-17

Pablo empieza el capítulo 3 con un llamado a la iglesia de Colosas, “que busquen las cosas de arriba” (v. 1) porque han resucitado con Cristo y deben buscar las cosas de Cristo. Las cosas de Cristo son aquellas que son definitorias de Su persona. Entonces como tienen que buscar las cosas de arriba deben considerar su cuerpo como muerto (v. 5). ¿Porqué como muerto? porque los muertos no reaccionan. La tentación externa seguirá existiendo pero no reaccionarán a ella porque están como muertos a ella. En los siguientes versículos les explica que no deben hacer: “Ira, enojo, malicia, malidicencia, leguaje soez” (v. 8) “mentiras” (v. 9).

Entonces a partir del versículo 12 va a explicar dos aspectos de la relaciones que tienen que tener los unos con los otros. Estos textos son muy importantes porque nos indican como debemos comportarnos con otras personas, sobre todo en la iglesia: Soportándonos y perdonándonos (v. 13).

Aquello que se debe entender (v. 12): Debemos entender quiénes somos “escogidos de Dios, santos y amados”. Somos hijos de Dios salvados por Cristo entonces nuestra salvación y nuestra identificación con Cristo hacen que tengamos una serie de responsabilidades. No somos responsables por nuestra salvación. El Padre y Cristo se encargan de ella, pero si somos responsables por la vida que vivimos en la tierra, por las decisiones que tomamos, por como usamos el tiempo que Dios nos da, como cuidamos de las relaciones con los que nos rodean. Esto es lo que define lo que hacemos, no perdonperdonamos, amamos, nos soportamos, pensamos los unos en los otros porque es lo mejor para el grupo o porque mis hermanos se lo merezcan sino porque soy discípulo de Cristo lo hago porque es la imagen a seguir. Todo se vive bajo la perspectiva del discípulo “Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en míGál. 2:20. Por eso tenemos que tener conciencia de quienes somos. Somos discípulos de Cristo y debemos comportarnos como tal.

Aquello que debemos entrenar (v. 12): Pablo explica aquellas cualidades que tiene que haber en nuestra vida para poder soportar y perdonarnos. Usa la palabra revestirse, ponerse, de la misma manera que nos preparamos con la ropa adecuada para ir la nieve así también tenemos que prepararnos de la manera adecuada para actuar como un discípulo de Cristo. Para empezar: tierna compasión que es misericordia, compadecerse del sufrimiento ajeno, saber que nuestro hermano es pecador igual que nosotros y que tiene lucha contra la tentación igual que nosotros. Bondad todo lo bueno y favorable, cuando estamos revestidos de bondad todo lo que hacemos lo hacemos para que sea favorable para la otra persona aun cuando es disciplinarla [claro ejemplo de los padres]. Humildad renunciando a nuestras exigencias o a lo que queremos para buscar lo que otros quieren. Mansedumbre que se trata del trato suave y que tiene la virtud de tardar en enfadarse, que no reacciona violentamente ante la el pecado de otra persona. Cuando hablamos de Dios la paciencia es la virtud de no castigar inmediatamente los pecados de las personas sino esperar un tiempo para que se arrepientan. De la misma manera tenemos que ser pacientes con la vida de los hermanos que nos rodean.

Esto es una tarea diaria y que no acaba nunca. Es un entrenamiento que se tiene que hacer día tras día. No hay trucos ni atajos sólo de esta manera podremos estar preparados para lo que nuestro maestro quiere de nosotros.

Aquello que debemos hacer (v.13): Lo que debemos hacer es “soportándoos y perdonándoos los unos a los otros”. La Biblia da por supuesto que nos vamos a ofender los unos a los otros. Somos pecadores y eso va a ocurrir lo que tenemos que plantearnos es como vamos a actuar cuando esto ocurra. Si cuando alguien nos ofende actuamos en venganza o queriendo tomarnos la justicia por nuestra mano esta manera de actuar es igual que la del mundo en que vivimos. Pero como discípulo de Cristo ¿cuál debe ser nuestra manera de actuar? la manera de Cristo “como Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.” (v. 13)

No sólo a través de la cruz dio ejemplo Jesús acerca del perdón cuando dijo “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc. 23:34) sino que mientras estaba en este mundo, Cristo enseñó a sus discípulos a orar, “Perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores” (Mt. 6:12). Jesús también había enseñado a Pedro a perdonar “no hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete” (Mt. 18:22). También en el sermón del monte habla sobre la resolución de conflictos (Mt. 5:21-26). Jesús plantea el caso de uno que está a punto de presentar un sacrificio en el altar entonces se acuerda de que “su hermano tiene algo contra él”. La actitud correcta que plantea Cristo es dejar a un lado la ofrenda e ir a reconciliarse con el hermanos antes de proseguir con la ofrenda. ¿Por qué si creemos que debemos obedecer a Dios antes que a los hombres? pues la razón es que tener un problema, una confrontación, con otra persona nos pone en unas situación de pecado a alguno de los dos o a los dos. Fijaos que Jesús pone el ejemplo de una persona que piensa que no tiene problema contra la otra persona, es la otra persona que tiene problema con él, pero tiene que tomar la iniciativa.

En los versículos siguientes (v. 25-26) sigue con la misma idea de que es mejor la reconciliación que el pago por el pecado. La reconciliación implica humildad, reconocer errores y pedir perdón pero eso siempre será peor. Debemos tener la iniciativa de la reconciliación esto solucionará muchos conflictos y podemos alabar a Dios sin que haya pecado en nosotros.

Así que aquello que debemos hacer es perdonar y esforzarnos por reconciliarnos con nuestros hermanos de la misma forma que Cristo enseñaba y hacía.

El modo de que debemos hacerlo (v. 14-16): Pablo sigue explicando el modo de que se debe hacer esto, de que debemos actuar, sabemos cómo prepararnos, sabemos quiénes somos y lo que tenemos que hacer y ahora explica cuál es el modo de hacerlo. La primera manera es a través del amor, el amor fue el tema de la última clase, pero como veíamos se relacionan todos los temas se relacionan entre sí. Sobre todas las cosas debemos revestirnos de amor. Porque no vamos a poder ejercitar el perdón si no amamos a la persona que tenemos que perdonar. La Biblia dice que “de tal manera amó Dios al mundo y que dio a su hijo unigénito” (Jn. 3:16) así que Dios salva al que ama de la misma manera debemos perdonar con amor.

También debemos buscar la paz de Cristo, que es la reconciliación con el Padre. Así que si nosotros hemos sido reconciliados logrando que tengamos paz con Dios no hay escusas para que tengamos otra situación entre nosotros. Debemos tener paz entre nosotros, una paz a que “hemos sido llamados en un solo cuerpo” (v. 15) un cuerpo no puede atacarse a sí mismo, cuando lo hace tenemos una enfermedad. De la misma manera el cuerpo de Cristo no debe atacarse a sí mismo, sino que tiene que vivir en paz.

En resumen, “haciéndolo todo en el nombre del Señor Jesús” ya que si somos sus discípulos y él es nuestro maestro debemos vivir como él vivía y debemos obedecer sus mandatos.

Conclusión

Si somos discípulos de Cristo debemos comportarnos como tal, debemos perdonar como Él perdonó. Para ello tenemos que preparar nuestra vida. Si dejamos nuestra vida a monte puede salir cualquier cosa de ella pero si trabajamos en ella dará buenos frutos si trabajamos nuestra paciencia, humildad, tierna compasión, mansedumbre y bondad. No hay trucos ni atajos para ello. No podemos tener una relación correcta con Dios si no tenemos una relación correcta entre nosotros ya que arrastraremos las consecuencias de nuestro pecado.

Así que en la vida del discípulo debemos recorrer nuestro trayecto con amor, obediencia, servicio humilde, amor por la iglesia y perdón.

¿Qué significa ser cristiano? V: Amor por la obra de Cristo

¿Qué significa ser cristiano? V: Amor por la obra de Cristo

Empezamos serie sobre que significa ser cristianos en Mt. 28 donde veíamos que Jesús reunió a sus discípulos en una montaña de Galilea y allí les dio un mandato “Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones (v. 19). Veíamos la diferencia entre identificarnos como cristianos a hacerlo como discípulos. Jesús nunca llamó a la gente a hacerse cristiana en el sentido de apuntarse a una religión como si dijeras “Si vienes a estos lugares y cumples con estos ritos serás salvo”. Sino que el llamado es a ser discípulos, personas que le sigan, le obedezcan y quieran vivir como Él vivió.

Hoy vamos a plantearnos que significa ser cristiano en el ámbito de la iglesia local. Qué relación tengo que tener con otros que dicen ser cristianos.

El texto que mejor define nuestra relación con nuestros hermanos es 1 Corintios 13. Que aunque es un texto muy usado en las bodas realmente no habla del amor romántico sino del amor que tenemos que tener los unos por lo otros en el cuerpo de Cristo.

Antes de amar tenemos que saber que debemos amar. Debemos plantearnos una pregunta previa ¿Qué es la iglesia?. El término se usa tanto para una comunidad local de creyentes (1 Co 1:2) como para todos los creyentes considerados como una asociación colectiva del pueblo de Dios (Ef 1:22–23). Se usan varias metáforas para describir la iglesia, siendo la más prominente el Cuerpo de Cristo. Tanto aquí como en la totalidad de la enseñanza del N.T., el énfasis está en la unión espiritual de la iglesia con Cristo el Señor de la iglesia y la de los creyentes entre sí. (Ef. 2:19-22)

dilla_274_2Cuando Cristo nos salva no lo hace para que vivamos como seres aislados unos de otros sino que es necesario que nos juntemos con otros creyentes porque es a través de ellos que Dios trabaja en nuestras vidas y nos permite crecer. (1 Cor. 12:7-23) cada uno somos parte del cuerpo y nos necesitamos y nos necesitan. Esto implica que tengo que vivir mi relación con la iglesia como algo activo siendo de bendición y siendo bendecido por mis hermanos. No existe los lobos solitarios en el reino de Dios sino las ovejas que dependen unas de otras como un rebaño dirigido por el buen pastor.

Esto es el plan de Cristo “según le agradó” (1 Co. 12:18) el plan de Cristo es su iglesia y si somos personas que creemos en Cristo y que queremos obedecer sus mandamientos debemos ser personas comprometidas con amar a su iglesia.

El amor es el modo de ser del cristiano. Todo lo hace, sea lo que sea, tiene que ser con amor. Amor hacia Dios primeramente y en segundo lugar amor al prójimo. Estamos en esta segunda parte.

Lo primero que Pablo explica en este capítulo 13 es la importancia del amor (v. 1-3): y lo hace a través de 4 contraposiciones lo que viene a decir que si alabara a Dios de la mejor manera posible, que si enseñase con todo el poder de Dios, si tuviese una fe que mueve montañas y hasta fuera el hombre para caritativo del mundo pero no hubiese amor en eso que hace no vale para nada sería como un metal que resuena, hace ruido pero ya está, nada es ni nada provecha. Tenemos que entender lo que está diciendo aquí. No está diciendo que debemos quedarnos con el amor y rechazar el resto. Debemos alabar a Dios con nuestra vida, debemos enseñar, a todos, a nuestros hijos, a un hermano que sepa menos, en la escuela dominical o en la iglesia. No debemos dejar de tener fe ni ser caritativos. Lo que explica es que todo lo que hagamos debemos hacerlo con amor.

Los siguiente que explica el autor es como es este amor (v. 4-7): lo hace a través de una descripción de aquello que es y que no es.

El amor es: paciente, bondadoso, creyente, tiene esperanza, lo soporta todo,

El amor no es: envidioso, jactancioso, no es arrogante, no es indecoroso, no es egoista, no se irrita, no toma en cuenta el mal, no es injusto.

Si nos fijamos no está definiendo al amor sino a la persona que ama, o que dice amar. Si decimos que amamos a nuestros hermanos no puede ser que seamos envidiosos con ellos, arrogantes, indecorosos o egoístas. Sino que tenemos que ser pacientes y bondadosos, tener esperanza, soportar y no tener en cuenta el mal de nuestros hermanos.

La conclusión, el porqué de todo esto es porque el amor dura para siempre (v. 8-13): Directamente el amor nunca deja de ser. Los dones, todo lo que podamos hacer aquí en la tierra terminará ¿por qué? Porque cuando estemos en el cielo la fe no hará falta, la enseñanza tampoco porque conoceremos a Dios cara a cara. Cuando venga lo imperfecto, o sea cuando estemos delante de Dios sin pecado lo imperfecto acabará, el conocimiento imperfecto, la fe imperfecta todo esto acabará.

La conclusión es sencilla el amor es la manera de ser en el reino de Dios y por ello aquella persona que dice ser discípulo de Cristo debe amar a Cristo y a su obra que es la iglesia sirviendo a sus hermanos en amor. Hagamos lo que hagamos debemos hacerlo con amor porque sino quedará en nada, no valdrá para nada. Si queremos ser discípulos que crean, se bauticen y sean obedientes a la Palabra de Dios debemos ser discípulos que amen la obra de Cristo que es la iglesia.

12 libros de la Biblia para hacer discipulado

12 libros de la Biblia para hacer discipulado

Extraído de la página Coalición para el Evangelio.

Una de las técnicas de discipulado más útiles es una que es frecuentemente pasado por alto: la lectura de la Biblia uno a uno. Es simplemente sentarse con otra persona y caminar juntos por el texto de la Escritura con ellos.

Leer la Biblia uno a uno es una actividad poderosa para el discipulado y debe ser parte de las herramientas que pastores usan para entrenar a otros en la fe. A menudo se pasa por alto en favor de algo diferente, más ostentoso o que esté de moda, mas la realidad es que las palabras de 2 Timoteo 3:16-17 siguen siendo verdaderas:

Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto (apto), equipado para toda buena obra.

No hay nada más importante que las Escrituras, que tienen las promesas de equiparnos perfectamente para toda buena obra. Esta es la razón por la que la lectura uno a uno es tan valiosa.

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Una de las técnicas de discipulado más útiles es una que es frecuentemente pasado por alto: la lectura de la Biblia uno a uno. Es simplemente sentarse con otra persona y caminar juntos por el texto de la Escritura con ellos.

Mientras cada libro y verso de la Biblia son inspirados por Dios y relevantes para cada persona, algunos libros de la Biblia tienen valores especiales en ciertos momentos y para ciertas personas. La lista que sigue recomienda una docena de libros de la Biblia para personas que no conocen al Señor, nuevos creyentes, y creyentes maduros.[1]

Libros para leer con inconversos

1. Marcos — Marcos es un buen libro para introducirnos a Jesús. Este libro corto y contundente obliga a sus lectores a contestar la preguntas, “¿Quien es Jesús?” y “¿Que significa seguirle?”[2]2

2. Eclesiastés — Este libro atrevido y relevante asombra a algunos inconversos por su excelente descripción de la naturaleza humana.

3. Juan — El propósito de este evangelio es llevar a los lectores a la fe en Jesús como el Cristo y recibir vida en Su Nombre (Juan 20:31), y es un libro idóneo de empezar con alguien que no conoce el Señor.

4. Genesis 1-12 — Los primeros capítulos de la Biblia explican la creación de Dios y su propósito en ella, por qué el mundo es así, y la promesa de bendición que sería cumplida en Jesucristo.

Libros para leer con nuevos creyentes

5. Lucas — El relato detallado y ordenado de Lucas comparte algunas de las historias/parábolas más conocidas de las Escrituras y se enfoca en el cumplimiento del Antiguo Testamento en Cristo.

6. Colosenses — ¡Cuán fácil es olvidar el evangelio por técnicas más “avanzadas” y religiones que prometen una relación más profunda con Dios! Colosenses nos recuerda que estamos completos en Cristo, pero que aún tenemos el llamado de crecer en madurez espiritual.

7. 1 Pedro — Este pequeño y práctico libro explica las implicaciones de la salvación, la nueva identidad de un creyente, y nos anima a perseverar en medio de la dificultad y el sufrimiento.

Libro Extra: Génesis — Nos ayuda a desarrollar una visión cristiana del mundo y puede contestar preguntas que todavía molestan a nuevos creyentes en cuanto a la creación, la naturaleza humana, la esencia de fe, la elección, etc.

Libros para leer con creyentes maduros

8. Romanos / Efesios — Escoja una de estas dos epístolas doctrinales para exponer el evangelio en detalle y compartir las implicaciones prácticas de creer en Cristo.

9. Deuteronomio — El quinto libro de Moisés provee un buen resumen de los primeros cinco libros del Antiguo Testamento. Introduzca a la gente en las riquezas del Antiguo Testamento con este libro que manda a sus lectores a escoger entre la vida o la muerte.

10. Salmos — La poesía en los Salmos guía al pueblo de Dios a alabar a Dios en su trayecto a través de las varias emociones y experiencias de la vida cristiana.

11. Isaías — Este libro es uno de los más difíciles de esta lista, pero vale la pena leerlo. Isaías es el segundo libro del Antiguo Testamento más citado por los apóstoles en el Nuevo Testamento y da a sus lectores un vistazo amplio de la identidad de Cristo como siervo sufriente y la gran historia de salvación en la Biblia.

12. Miqueas — Este profeta menor advierte de juicio por pecado y predica la salvación del Pastor-Rey a los arrepentidos.

¿Cuales libros han sido provechosos para ustedes en la lectura uno a uno? ¿Habías considerado esta herramienta? Déjanos saber con un comentario.


[1] Gracias a Marty Sweeney de Matthias Media y mis compañeros de LRI (Scott Polender y Sean Martin) por sus recomendaciones.

 

[2] John Piper recomendó dos sendas después de leer Marcos: Hechos o Romanos. Hechos continua la historia de Cristo que Marcos empieza y Romanos explica la teología en el trasfondo de Marcos y define el evangelio sistemáticamente.

¿Consumidores o colaboradores?

¿Consumidores o colaboradores?

Después de la llamada de Norman Foster, de la que os hablé en el artículo anterior, repasé los emails que me había enviado. Había un poco de todo, de su biografía, de su época universitaria en Manchester, de cómo fundó Team 4, o sobre sus primeros edificios. Pero de todos ellos hubo uno que me llamó la atención. Realmente sólo fue una frase al final de uno de los últimos que me recibí, donde explicaba que antes de construir cada edificio necesitaba estudiar a las personas que iban a utilizarlo, ponerse en su lugar, en resumen adelantarse a sus necesidades y diseñar pensando en ellos, aunque esto le implicase renunciar a alguna de sus ideas iniciales. Me acababa diciendo que para colaborar en una obra como aquella tenía que cambiar mi punto de vista.

Todo cambio implica hacer algo que antes no se hacía. Una de las cosas más necesitamos si queremos convertirnos en colaboradores de la obra de Dios es hacer un cambio de mentalidad, del lugar donde enfocamos nuestra vida.

Vivimos en una sociedad que nos enseña a centrarnos en nosotros y en nuestras necesidades hasta el punto de olvidarnos del que tenemos a nuestro lado. Ante lo cual reaccionamos convirtiéndonos en 56637597e929e_smartphone-407108_640consumidores de todo lo que es ofertado delante nuestra. No tenemos más que sentarnos, abrir nuestros sentidos y probar aquello que nos ha sido vendido. En resumen somos consumidores.

Tengo la sensación que muchos jóvenes se acercan a sus iglesias locales con esta misma actitud. Consumen iglesia de la misma forma que se consume cine, videojuegos o música, siendo meros espectadores-clientes de algo que es puesto delante de ellos, sin que tengan nada más que hacer que fijar los ojos y algo de atención. Valorando lo que se hace bajo el mismo criterio que las clases del instituto. Sin ninguna conexión con el ente vivo que se supone que tiene que ser la iglesia. Si las actividades de la iglesia gustan, asisten, si no gustan, no. Así que el abanico de reuniones, cultos, células, grupos pequeños, congresos, retiros campamentos y demás etc… se han convertido en una selección ante las cuales sólo asistiré a aquellas que me satisfagan. Ante el resto pondré una excusa, cuando no meramente una mueca.

Es muy fácil sacar balones fuera de las congregaciones y echarles la culpa a los chavales o a ese saco de excusas que llamamos el mundo. Pero me pregunto si este no ha sido un comportamiento que se ha alentado desde la propia iglesia, porque realmente es mucho más fácil dar a una persona, sobre todo a un joven, lo que quiere en vez de lo que necesita. Así que intentamos competir contra toda esa sociedad de entretenimiento con más entretenimiento ¿y sabéis? nosotros no molamos tanto, no. Musicalmente no somos tan buenos, nuestras reuniones de jóvenes no son mejores que las buenas fiestas a las que cualquier joven accede pagando 5€ de entrada en una discoteca, decir que vas a la iglesia nunca despertará la admiración del grupo de amigos de clase ni el lunes a primera hora te preguntarán que tal la resaca post-culto. ¡Pero es que tampoco lo necesitamos!.

No necesitamos competir con nada porque la Iglesia tiene algo único que puede llenar la vida de esos jóvenes y eso es Cristo y su obra. Nada de lo que existe fuera de Dios puede satisfacer, enriquecer, y dar sentido a la vida de una persona como Él lo hace. Ni ninguna otra relación entre personas de distintos lugares, razas, ideologías y edades puede compararse a lo que la Iglesia de Cristo significa.

Hasta aquí lo fácil, señalar lo que va mal. Ahora viene lo difícil ¿Cómo lo hacemos?. Para suerte de los cristianos Dios nos ha dejado un manual de cómo debemos vivir la vida, así que tiremos de él.

Mr. 6:34Y salió Jesús y vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas.” Jesús está en pleno apogeo de su ministerio, la gente se agolpa y persigue para escucharlo. Además los 12 habían venido de su misión (Mr. 6:7-13) y Jesús decide apartarse de las multitudes e ir a descansar con sus discípulos. Pero no puede, literalmente lo persiguen, de la misma manera que a una estrella de rock, la gente se agolpa, acosa, grita, ¡tan sólo para poder verle y oírle! ante esto Jesús podría haberse centrado en él y decir “Eh! ya está bien, tengo derecho a mi intimidad y disfrutar de mi vida, que tengo 30 años, dejadme con mis amigos”, pero lo que salió de su corazón no fue un sentimiento hacia él mismo sino hacia aquellas personas “tuvo compasión de ellas”. Su compasión no se quedó en un sentimiento interno sino que se remangó y se puso a trabajar en la vida de esas personas “comenzó a enseñarles muchas cosas”, se dio cuenta de lo que necesitaba ser construido en aquellas vidas, cogió los planos de su padre y edificó. Esto ocurrió hasta que se hizo tarde y antes de que se fueran volvió a pensar en ellos, les alimentó físicamente (v. 41). La pregunta surge ¿Quién pensó en Jesús? la respuesta es sencilla, nadie. Ni él mismo, pensó en los demás, en lo que necesitaban, no en lo que querían y colaboró con su padre para dárselo.

Este es el cambio de mentalidad que necesitamos, dejar de ver la iglesia como un lugar donde ir y empezar a pensar en ella como un lugar donde ser servidos y servir, donde crecer y ayudar a crecer a otros bajo los planos de un Dios que nos permite ser colaboradores en su obra, su edificio.

Dios va a repetir hasta 40 veces en el N.T. lo que quiere para su pueblo y lo hace a través de una frase “los unos a los otros”. La iglesia es el lugar donde necesito amar y ser amado (Jn. 13:34), edificar y ser edificado (Ro. 14:19), confortar y ser confortado (1 Ts. 4:18), orar por otro y que oren por mí (Stg. 5:16), llevar las cargas de otros y que me ayuden a llevar las mías (Gá. 6:2), aceptar y ser aceptado (Ro. 15:7). Para colaborar en la obra del mejor arquitecto necesitas dejar de pensar en ti y empezar a pensar en las necesidades de los que necesitan ser edificados.

¿Estás dispuesto a dejar de consumir iglesia y empezar a colaborar en la edificación?  

Instrumentos útiles.


No nos suelen gustar muchos los estereotipos, nos suelen parecer injustos o demasiado generales para una sociedad tan individualizada en la que vivimos. Huimos de ellos. Pero muchas veces los tenemos. Cuando hablamos del pueblo de Israel que salió de Egipto los estereotipos surgen rápidamente. Rebeldes, desobedientes, idólatras, podemos considerar que son justos.

Éxodo abarca una historia intensa pero en un periodo de apenas abarca un año después de la salida de Egipto, nos encontramos con este pueblo desobediente, rebelde, idólatra, que Dios quiso destruir en dos ocasiones y castigado a morir en el desierto, construyendo algo de tanta bendición como el tabernáculo, la antesala del tempo de Dios en mitad de pueblo, un lugar donde habitaba la misma Gloria de Dios (Éx. 40:34-35).

Todos sabemos las historias del pueblo de Israel en el desierto Nm. 14:22-23 cuando Dios sentencia a esa generación a morir en el desierto dice que hasta en 10 ocasiones le habían tentado. Entonces surge una pregunta ¿cómo puede ser que personas tan desobedientes y rebeldes, que miraron directamente los milagros de Dios puedan construir algo de tanta bendición?. ¿Cómo puede salir de un corazón rebelde a Dios algo que le honre? La respuesta la encontramos en el propio capítulo 39 de Éxodo en hasta 9 ocasiones. “Como Jehová lo había mandado” (v.1; v. 7; v. 21; v. 26; v. 29; v. 31; v. 32; v. 42; v. 43).

La diferencia no está en las personas, sino en la obediencia. Quizás quitando a Bezaleel y Aholiab que habían sido llamados por nombre por Dios el resto del pueblo es igual de creativo y trabajador que cuando construyeron un becerro de oro (Éx. 32), pero en aquella ocasión obedecían las palabras del enemigo de Dios y eso trae perdición, ahora obedecen las palabras de Dios y esto trae bendición. Trae bendición a la vida de las generaciones futuras, pero también a la suya (Éx. 39:43).

Este echo que es anecdótico en la vida del pueblo de Israel en el desierto, porque el resto del tiempo fueron un desastre nos ilustra acerca de una realidad en la vida de cada hijo de Dios. Nos habla acerca de nuestra función, nuestra obediencia, de nuestro rol, de lo que hacemos. Porque cuando obedecemos los mandamientos de Dios somos instrumentos en sus manos. Herramientas de Dios para llevar su bendición allí donde él nos mande.

La realidad no es que los cristianos tengamos talentos mayores que las personas que no lo son, no somos mejores que nadie. Pero cuando estamos en manos de Dios y usamos los dones que Él nos da somos como ese pueblo de Israel obedeciendo, capaces de ser de bendición allá donde estamos.

La palabra que mejor lo define es herramienta o instrumento, es la que se usa para definir al apóstol Pablo (Hc. 9:15-16) las cuales no tienen capacidad de decisión por ellas mismas sino que obedecen a una persona que tiene una idea global y absoluta de lo que está pasando (1 Co. 3:6) nos lo muestra claramente, Pablo y Apolos son personas que hacen una tarea concreta, pero es Cristo quien tiene el control de todo para hacer crecer a esa iglesia. Cuando dejamos que Dios nos use como herramientas estamos dejando que unas manos expertas guíen nuestro trabajo con el beneficio último de hacer la voluntad completa de Dios. Como un ebanista en un taller lleno de herramientas. Quizás nuestra parte sea cortar unas maderas, pero es una tarea que el maestro usará para construir un mueble que será útil.

Al fin al cabo cada uno de nosotros somos herramientas en la caja de herramientas de Dios. Pero Éxodo nos enseña que a pesar de poder ser herramientas útiles, podemos convertirnos en herramientas inútiles también. No hay cosa más inútil que una herramienta que no sirve, sólo sirve para ser tirada.

Entonces ¿Qué debo hacer en mi vida para ser una herramienta útil en las manos de Dios ¿qué coste va a tener en mi vida? ? ¿qué implica ser un instrumento útil?

Negar nuestra propia obra (Lc. 9:23): Vivimos en una sociedad que nos anima a que nos realicemos, que encontremos significado a nuestra existencia haciendo cosas que nos definan, que nos hagan estar orgullosos de nuestro paso por esta tierra. En cambio llega Jesús y nos dice que para ser seguidor suyo, para ser discípulo o instrumento suyo lo que hay que hacer es negarse. Renunciar.

Negarse es renunciar a nuestra propia obra. Ya no vamos a construir con nuestras propias herramientas nuestra vida, sino que obedecemos la voluntad de Dios Gá. 2:20 lo expresa como que a no vivo para mí sino que vive Cristo en mi y soy parte de su obra.

Ser herramientas útiles de Dios es cambiar de trabajar en una obra menor donde yo me llevo la gloria a trabajar en obra orquestada por el mayor arquitecto donde Él se lleva la gloria

 

Ser obedientes (Ex. 39:1): Cuando veíamos el ejemplo del pueblo de Israel vemos un claro ejemplo de la diferencia de resultado entre obedecer y ser rebeldes. Cuando el pueblo no obedecía los mandamientos de Dios el resultado era dolor, sufrimiento y muerte. En cambio cuando esa nación pone por práctica los mandamientos de Dios estos se convierten en una fuente de bendición en su vida.

Sal. 128:1 Es un canto de David sobre las bienaventuranzas del que teme a Dios y empieza reconociendo a la persona que anda en los caminos de Dios como bienaventurada. Ser bienaventurado es el estado en que viven las personas pertenecientes al reino de Dios en Mt. 5 cuando Jesús está hablando el sermón del monte declara que todas las personas pertenecientes al reino de Dios son bienaventuradas.

Si queremos ser herramientas útiles en las manos de un Dios que quiere usarnos debemos ser obedientes a sus ordenes, aunque nos las entendamos en ese momento porque nosotros no hemos visto los planos. Quizás no entendamos porque nos toca hacer esta parte del trabajo. Igual no entendemos porque en nuestra vida no llegamos a ver los frutos terminados de nuestro trabajo. Pero si confiamos en las palabras de Dios confiaremos en que hay un plan trazado donde yo soy una herramienta útil que hago parte que se me ha asignado.

 

Buscar la dirección de Dios (2 Cr. 1:7-13): Salomón llega al poder y hereda un país convulso. Aunque su padre se nos es descrito como (Hc. 13:22) un hombre con un corazón conforme al corazón de Dios sus errores, sobre todo con Betsabé, acarrean una final de su reinado marcado por las rebeliones de sus hijos, Absalón y Adonías. En mitad de todo esto Salomón llega al trono y Dios se le aparece y le ofrece un regalo que a ningún rey se le es ofrecido antes “Pídeme lo que quieras que yo te lo daré” (v. 7) el deseo de cualquier persona en mitad de un peligro. Pero la respuesta de Salomón deja entrever cual era su corazón “Dame ahora sabiduría y ciencia, para presentarme delante de este pueblo; porque ¿quién podrá gobernar a este tu pueblo tan grande?” (v. 10) escuchando esta respuesta podemos pensar que sabiduría no le faltaba a Salomón, pero realmente Salomón no está pidiendo ser inteligente, no está pidiendo saber más que el resto. Esta pidiendo el poder de Dios para dirigir a su pueblo de la manera correcta. Realmente viéndolo desde la perspectiva que llevamos toda esta noche Salomón es una herramienta que le está pidiendo a su Maestro, a su dueño que lo guíe para hacer bien su trabajo.

La única manera que el pueblo de Dios puede hacer las cosas correctas es hacerlas a la manera de Dios, no hay otra. Cuando el padre de Salomón decidió hacer las cosas a su manera y en vez de ir a la guerra (2 S. 11) se quedó en casa acabó teniendo que cubrir un embarazo y matando a Urías. Puede parecer exagerado, pero la verdad es que la dirección de Dios es la única que nos puede ayudar a hacer una tarea útil.

Imaginaos que necesitamos cortar los tablones para una estantería y cada uno lo cortamos en una dirección distinta, no sirve para nada, la única manera que sirve es a la manera que el diseñador ha marcado.

 

El amor como marca de trabajo del pueblo de Dios (Jn. 13:34): En el N.T. encontramos en muchas ocasiones esta referencia de los unos a los otros y una de las primeras es este amaos que Jesús les deja a los 12.

El amor es el sistema de trabajo de Dios para su pueblo. Todo queda marcado con ese amor que Jesús tubo. “Como yo os he amado” es una referencia a todo lo que Jesús hizo. Jesús está diciendo, cuando me quedaba enseñando a las multitudes lo hacía por amor, cuando reprendía a los fariseos lo hacía por amor a ellos, para que cambiaran. Cuando alimentaba a los hambrientos, o curaba a los enfermos lo hacía por amor a esas personas necesitadas.

Cuando limpiaba los pies de los 12 sabiendo que uno de ellos lo iba a traicionar y sabiendo que los otros 11 huirían cuando más lo necesitaría eso lo hacía con amor.

De la misma forma para se herramientas útiles en las manos de Dios debemos ser herramientas de amor, donde todas nuestras tareas las hagamos con ese amor que Cristo tenía, porque esa será la marca que nos distinga. De la misma forma que cuando vemos un cuadro, aunque no lo conozcamos podemos intuir de quién es por la forma de la pintura o al ver un mueble intuimos que es de Ikea, de la misma forma el amor es la marca del pueblo de Dios.

 

Éxodo 39 abre ante nosotros un ejemplo a seguir. El ejemplo de la obediencia. Satanás intentará en muchas ocasiones hacernos sentir inútiles pero la Biblia nos enseña que si nos dejamos guiar por las manos del Maestro seremos instrumentos útiles en su obra. No seres instrumentos útiles para mis planes, para lo que yo quiero, quizás no sea instrumento útil para lograr el puesto en la vida que quiero, o lograr que iglesia que yo deseo pero sí seremos útiles en es plan que el ebanista supremo tiene. Sólo en ese momento seremos de bendición para los que nos rodean y para nosotros.

Edificaos los unos a los otros.


En ocasiones en la iglesia hacemos mucho énfasis en la evangelización. Hablando acerca de que tenemos que llegar a los demás que tenemos que cumplir la gran comisión y que debemos esforzarnos en esto. Parece que una vez que cruzamos la línea entre ser cristiano y no serlo, me refiero a ser un verdadero cristiano discípulo de Dios, ya vale. Una vez que aceptamos a Cristo da la impresión de que la función de la Iglesia se relaja sobre sus miembros, cuando no cesa.

La Biblia describe  el cristianismo como vida, como vida cristiana y algo que inherentemente tiene la vida, es que crece, cambia, que no suele ser igual que era antes. Creer en Cristo es llamado nacer de nuevo así lo describe Jesús mismo en su conversación con Nicodemo, pero una vez que se nace hay que alimentarse, hay que crecer. La vida cristiana no se acaba el día que aceptamos a Cristo sino que comienza, y ¿qué comienza? Pues un periodo de crecimiento que nunca termina, un periodo de continua madurez que nos lleve a ser más parecidos a Jesús.

1 Co. 3:1-4. Pablo está escribiendo a los corintios después de su visita y les echa en cara que eran unos inmaduros. Les da a beber leche, o sea, cosas elementales, les tuvo que dar clases de escuela dominical para niños porque su madurez y su conocimiento se estancaron, no fue capaz de enseñarles algo más profundo porque no sabían lo que había en la superficie.

Pablo dice que a él le gustaría que esa situación no fuera así, porque lo ideal no es eso, lo ideal es que con el tiempo que ya llevaban fueran aprendiendo más y siendo más maduros y cuando Pablo se les acercara pudiera darles más profundidad.

Pablo los compara con bebes porque tenían la madurez de estos, la falta de madurez, de crecimiento nos lleva a caer, porque la vida es aprendizaje sobre aprendizaje. Aprendemos a mantenernos de pie y cuando aprendemos eso pues nuestros primeros pasos y cuando los primeros pasos pues andamos, luego corremos, necesitamos aprender lo básico para luego hacer los superior. Necesitas saber sumar o multiplicar antes de hacer ecuaciones de segundo grado. Pero si un bebe que sólo aprendió a mantenerse en pie intenta correr se cae, porque aún no ha aprendido algo más básico, este es el peligro de la inmadurez y de la falta de crecimiento.

Cuando Jesús estaba en esta tierra parte de su ministerio fue la evangelización pero parte muy importante también fue el crecimiento de los ya creyentes, como sus discípulos, estuvo con ellos 3 años, haciéndoles crecer dándoles más profundidad cada vez, este crecimiento les lleva hasta ser las personas que logran esparcir el Evangelio por todo el imperio romano, pero esto llevó tiempo.

Así con este texto vemos por un lado que no nos podemos conformar diciendo que ya sabemos todos lo que hay que saber en relación con Dios y la vida cristiana sino que debemos preocuparnos en crecer, en edificarnos, porque la madurez es un compromiso que tenemos que adquirir, no vale con sentarse en un banco y esperar que caiga del cielo, tenemos que esforzarnos es crecer.

Para nuestra tranquilad Dios no nos dejó solos en esta tarea sino que nos dejó herramientas para que las usemos en nuestro crecimiento, pero Dios que es un tipo muy hábil lo hizo de una manera muy original. 1 Co. 12:4-20.

Dios nos da dones espirituales a cada uno de nosotros. Todas centralizadas en la trinidad “un mismo Espíritu”, “un mismo Señor” y “un mismo Dios”. Todos los dones espirituales vienen de Dios. Con lo cual no pueden ser habilidades nuestras, sino que son capacidades especiales que Dios nos da. Y nos los da a todos los cristianos, todas las personas que confían en Cristo tiene al menos un don espiritual en sus vidas. Estas son las herramientas de Dios, pero hay un dato curioso estas herramientas son para el bien de los demás, o sea, que las herramientas para mi crecimiento no las tengo yo, las tenéis vosotros. Nadie puede edificarse a sí mismo.

Esto nos lleva a plantearnos la necesidad que tenemos los unos de los otros, yo os necesito a vosotros, porque Dios os ha dado dones que yo necesito para crecer, para no quedarme como un niño Espiritual. Esos dones que nosotros tenemos no los tenemos por ser más guapos que el resto sino porque Dios los da, Dios no se fija en las notas que sacas para darte un don, te lo da y tienes que usarlo.

Por eso todos somos necesarios en la Iglesia porque todos necesitan en don que yo tengo, pero también tengo que ser humilde, porque yo necesito sus dones, esos dones que las personas tienen.

Porque el texto sigue con una comparación muy conocida en la Biblia, la de la Iglesia como un cuerpo. La imagen es excelente en este sentido. Es un reparto hecho según las necesidades de propio cuerpo. Dios nunca va a permitir que en una iglesia falte algún don necesario, si faltan suele ser porque nosotros los usamos mal o directamente no los usamos. Porque es el propio espíritu es que los reparte según Él determina.

Cada parte del cuerpo hace una labor por la cual se beneficia ella misma y beneficia al resto del cuerpo. El cuerpo entero necesita oxígeno para vivir, necesita que los pulmones capten oxígeno, necesita que los intestinos capten los nutrientes de los alimentos y luego necesita que el sistema circulatorio los reparta por todo el cuerpo, el sistema circulatorio no puede vivir por sí mismo, necesita del trabajo en equipo de todo el cuerpo, de la misma forma un cristiano no puede vivir por sí mismo necesita del trabajo en equipo de todos los cristianos de su entorno. Por eso Satanás usa mucho empeño en dividirnos, en separarnos porque cuanto más separados estemos más débiles seremos.

Hay un ejemplo práctico en el libro de Éxodo (Éx. 31:1-4) El pueblo de Israel está en el monte Sinaí y Dios le está explicando a Moisés como debe ser la construcción del tabernáculo. Entonces le dice que ha capacitado a dos personas para la obra. Estas personas no tienen esas habilidades por ellos mismos, es Dios quién se las da y se las da para beneficio de todos.

Este texto de Éxodo también nos habla de que los dones que Dios da a su pueblo no son algo secreto para vivir en lo privado sino que tienen que usarse públicamente, han también de reconocerse públicamente. Nadie puede decir que su don lo usa en su casa, porque esa no son las funciones de los dones, de estas herramientas.

Este texto llega hasta el versículo 11 donde dice que “todo deberán hacerlo tal como te he mandado que lo hagas” estos dones los da Dios, para hacer la obra que él quiere hacer. No son dones para hacer lo que a nosotros nos apetezca sino que tienen su función dentro del plan de Dios.

El resultado de usar los dones con mis hermanos es que juntos hacemos la obra de Dios que es crecer, madurar, edificarnos.

Así que hemos visto que necesitamos crecer en nuestra vida espiritual, necesitamos no quedarnos como bebes sino madurar, edificarnos. Vemos que Dios no nos ha dejado solos en esta tarea sino que nos hadado herramientas, de una manera que igual no es la que nosotros esperamos, pero herramientas para que crezcamos.

Con lo cual nosotros nos convertimos por un lado en receptores de este crecimiento pero también en administradores de estos dones que producen crecimiento en la vida de los demás.

1 Pd. 4:7-11. Pedro aquí va repetir algunas de las ideas que hemos estado meditando, en primer lugar la naturaleza del don. El don espiritual es algo que hemos recibido, no hemos conseguido ni esforzándonos ni heredándolo, es algo que no nos ha costado recibir sino que Dios nos da. Y nos lo da para que sean herramientas que usamos para el crecimiento de los demás. Debemos ministrarlos, usarlos con diligencia porque nosotros somos administradores. Aquí Pedro describe el rol de un administrador una persona que trabaja con algo que no es suyo, porque describe muy bien nuestra posición. Cada uno de nosotros somos administradores. Pero la palabra administrador encierra otras palabras tras ella. Si hay un administrador hay un dueño, el dueño es Dios, Él es el amo, el poseedor nosotros sólo lo tenemos temporalmente. Si hay un administrador es que hay algo que administrar, los dones, las herramientas, Dios nos da. Si hay un administrador es que hay que rendir cuentas, todos los administradores rinden cuentas ante las personas dueñas de lo que administran, de la misma forma nosotros vamos un día a rendir cuentas de los que administramos en nuestra vida delante del dueño de los dones.

Así que sabiendo que necesitamos crecer y que para eso Dios nos ha dado herramientas de las cuales somos administradores y tenemos que rendir cuentas. ¿Qué tenemos que hacer?

Ro. 14:13-20. Pablo nos lleva a que evitemos los conflictos superfluos y nos centremos en lo que importa de verdad promover la paz y la edificación mutua, o sea los unos a los otros. Hay muchas cosas que son tonterías y nos tiramos los trastos a la cabeza, pero debemos ser maduros y dejar de lado esas tonterías y dedicarnos a usar los dones que Dios nos da para edificarnos, porque si yo uso mi don y todos usamos nuestros dones, todos crecemos todos somos edificados.

El desempleo, o la larga cuesta abajo.


“El 3 de abril algo se rompió dentro de él, en el interior de un hombre en cuyo vocabulario no existía la palabra depresión, sin un solo antecedente de problemas psicológicos y con un espíritu vitalista sin fisuras”. Rosario recuerda con tristeza como su marido empezó una cuesta abajo de la cual no fue capaz de remontar.

Joaquín, albañil de 47 años al cual el fin de la burbuja inmobiliaria llevó al paro, llevaba dos años desempleado, dos años buscando sin encontrar ninguna oportunidad que acabaron por robarle la autoestima y las ganas por seguir luchando. Acabó suicidándose.

Los suicidios son un tipo de noticias que no suelen salir en los medios de comunicación quizás para evitar la imitación por otras personas que serían propensas a quitarse la vida. Pero la realidad es que en nuestro país hay al año más de 3000 suicidios (unos 10 al día), según el INE, los psiquiatras elevan esta cifra a los 4500, que han aumentado de forma dramática en este tiempo de crisis.

El nuevo perfil se repite, varones que han perdido su trabajo y que llevan varios años sin encontrar ningún sustento. Además se les ha acabado el paro y se ven ahogados por las deudas que en muchos de los casos le llevarán a tener que vivir en la calle.

Desde que en 2007, cuando empezamos en esta larga cuesta abajo que se nos está haciendo eterna, numerosos estudios se han ocupado de las repercusiones psicológicas del desempleo. Entre los principales síntomas que los expertos asocian a están la pérdida de autoestima, sentimientos de inseguridad y de fracaso, experiencia de degradación social, vergüenza o sentimiento de culpa, aspectos todos ellos que revelan un cambio importante en el concepto que tiene el individuo de sí mismo

La mera noticia del despido provoca importantes cambios psicológicos, motivados por la valoración negativa del evento. A este duro golpe que significa quedarse sin empleo se une otro más lento pero más devastador porque al hacerse crónica, la situación de desempleo suele ir acompañada de un mayor número de situaciones de estrés diario (problemas económicos, maritales, familiares, etc.).

Pero ¿por qué es tan importante tener un empleo?, si generalmente nos quejamos por tener que madrugar para trabajar, por tener que aguantar a nuestros jefes, o por lo estresante que es nuestro trabajo, puede parecer una incoherencia que su ausencia nos paralice de esa forma.

Obtener un empleo es una expectativa social y cultural adquirida desde la infancia y reforzada en la escuela y la familia. Todo lo que ocurre en nuestra vida nos prepara para esa vida adulta y social donde debemos formarnos para desempeñar un rol que nos permita beneficiarnos a nosotros y a los que nos rodean, sobre todo a nuestra familia.

Cuando, llegado el momento, el individuo accede al mundo laboral adquiere una posición y una identidad social y personal que le identifica. El desempleo interrumpe este proceso y genera una experiencia de fracaso.

Nos podemos sentir rechazados, marcados e inútiles, porque no tenemos acceso a ese lugar donde poder ser parte de algo vivo, donde proveer un sustento para nosotros y para los nuestros.

Pero esto no es algo que sólo ocurra a hombres de 47 años como Joaquín. La crisis se está cebando de manera especial con los jóvenes los cuales también manifiestan esta tristeza de no tener trabajo. A menudo, se recluyen en casa para ver la televisión o escuchar música y experimentan vergüenza ante la familia, porque sienten que les han mantenido y se han sacrificado en beneficio de su preparación profesional. Es más, algunos estudios constatan que los jóvenes acaban imbuidos por sentimientos de apatía y resignación, y abandonan la búsqueda de trabajo ante los fracasos repetidos. Muchos acaban por pensar que son ellos los verdaderos culpables de estar en el paro.

“Y él [Elías] se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida” 1 R. 19:4

Elías escapa de su pareja de enemigos -Acab y Jezabel- ante las amenazas de esta última. Estaba cansado de luchar y tener la sensación de nunca vencer, cansado de intentar hacer volver a un pueblo idólatra a Dios y que la respuesta fuese siempre negativa, cansado de hacer prodigios en las propias narices de un rey que la propia Biblia nos dice que fue el peor de todos los que se sentaron en el trono del reino del Norte.

Elías huye a Horeb, al monte de Dios, agotado física, pero también mentalmente tanto que a mitad de camino cae desplomado y lo único que pide es que Dios lo mate.

Los cristianos podemos pensar que esta problemática de la depresión y el suicidio solo pasa en ese imaginario colectivo que llamamos “el mundo” esa cosa amorfa e indefinida, pero real, a la cual achacamos todos los males que sufrimos. Pero la realidad es que las enfermedades mentales son tan reales como las físicas y los cristianos no estamos exentos de ellas.

La depresión, la ansiedad, la tristeza, la ira, son sentimientos que un joven cristiano puede experimentar ante la expectativa de no tener un trabajo donde poder realizarse, donde poder sentirse útiles, donde poder ganar un dinero que le permita poder seguir avanzando en el resto de fases de nuestra vida.

La respuesta de Dios a Elías es cuanto menos curiosa, no vemos a un Dios confrontando a Elias, ni lo vemos enfadado con su actitud, ni si quiera prometiendo que el futuro será mejor, sino que lo vemos en su posición de Dueño y Señor del mundo. Vemos a Dios demostrando a Elías que da exactamente igual como se ponga la situación en la que los hijos de Dios vivimos porque Dios seguirá siendo el que tiene el control y decida en qué dirección se moverá el mundo.

Puede que la familia que está a la espera a que el banco lo desahucie de su casa pueda sentir a Dios muy lejos. Puede que el joven que lleva dos años buscando un trabajo que no llega sienta que Dios no tiene el control de su vida, pero la realidad es que Dios se preocupa individualmente por cada uno de sus hijos y cuando la desesperación nos hace huir Dios se acaba convirtiendo en nuestro único refugio.

“No temas, que yo te he redimido; te he llamado por tu nombre; tú eres mío. Cuando cruces las aguas, yo estaré contigo; cuando cruces los ríos, no te cubrirán sus aguas; cuando camines por el fuego, no te quemarás ni te abrasarán las llamas. Yo soy el Señor, tu Dios, el Santo de Israel, tu salvador.” Is, 43:1-3

La ayuda de Dios se manifiesta de distintas formas, en el caso de Elías, fue demostrarle de que no está todo perdido y de que Dios tenía una voluntad que cumplir por encima de los caprichosos reyes de Israel.

En el día de hoy es fundamental el papel que la iglesia local debe jugar en la vida de los miembros que se encuentran en paro.

Una adecuada red de relaciones sociales suaviza la gravedad de las respuestas psicológicas y de salud de los desempleados. Se define como el sentimiento subjetivo de pertenencia a un grupo, de sentirse aceptado por él, y está demostrado que, más que el apoyo real, lo que importa es el apoyo percibido por el sujeto.

Es en la iglesia la que debe ofrecer a sus miembros un lugar donde sentirse querido, un lugar donde sentirse aceptado, sentirse en familia. Toda esa carga emocional que el individuo ha perdido con su empleo. Es tarea de la iglesia enseñar y cuidar de estas personas que pertenecen a ella. Podemos caer en el error de pensar que por el mero hecho de ser cristianos tenemos toda la protección contra cualquier mal, pero el cristianismo en una vida que difícilmente se puede vivir en individualismo y la necesidad del grupo se hace patente en cada una de las facetas de la vida.

La iglesia debe ser fuente de restauración para estas personas, estos jóvenes que sienten que su vida se descompone al verse atrapados en el mundo del paro.

“Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.” Mt. 25:35-40